Llega este viernes uno de los estrenos más esperados de la temporada, el final de una de las sagas cinematográficas más impactantes de la década. Hace dos semanas, hablábamos con el caso de Spider-Man en estas páginas de la filosofía del reboot, o de cómo las franquicias de Hollywood cuando se agotan se reconstruyen a si mismas, como los monstruos autorregenerables de los filmes de ciencia ficción. El hombre araña no parece que vaya a generar muchos entusiasmos en su nueva etapa, máxime teniendo en cuenta que The Amazing Spiderman es más de lo mismo, en una buena muestra de que todo cambia para que todo siga igual. Pero eso no ocurrió con Batman, la estrella de DC cómics, que en las manos de Christopher Nolan y bajo los rasgos de Christian Bale ha sido otra cosa completamente distinta, con unas derivas insospechadas.

Fue Tim Burton el que recuperó el personaje para el cine en 1989, después de la serie popera de los años 60 que -fiel al espíritu de la época- no se tomaba muy en serio al hombre murciélago ni a sus amigos y enemigos. Burton incidió no obstante en los aspectos más oscuros del protagonista, un amargado millonario traumatizado por el asesinato de sus padres y que llevaba una doble vida como justiciero que no afrontaba tan bien como cabía esperar. Claro que no era una idea tan original, pues en 1986 Frank Miller había realizado su sombría revisión en el cómic que inspiró todo lo que vendría después. Tras Batman Returns, donde Burton se desmelenó dando lo peor de sí, la saga agonizó bajo la dirección de Joel Schumacher y los rasgos de Val Kilmer y George Clooney, que tuvo el triste honor de protagonizar el peor film con diferencia. Sin embargo, tras unos años en la nevera Batman volvió completamente renovado. No fue un simple cambio de caras, sino una reconstrucción de arriba abajo.

Para empezar, se le dieron los mandos a Christopher Nolan, el barroco e intenso director de Memento o El truco final: el prestigio. Nolan convirtió a Batman, encarnado por el inquietante Christian Bale, en un personaje ambiguo, siniestro y filmado con la contundencia de la que es capaz su director. Batman Begins, donde contaba los orígenes del Hombre Murciélago, fue una señal de que había una fórmula en Hollywood para hacer taquillazos con enjundia. Pero el segundo film, El caballero oscuro, estrenado en 2008, rompió el molde, con una espectacular, neurótica y excesiva película, que fue como una montaña rusa de sensaciones y no todas agradables. Una apuesta que salió bien y que abrió el camino a El caballero oscuro: la leyenda renace, que se estrena hoy, donde Nolan, que entremedias ha firmado otro film de culto como Origen, cierra la serie, asegurando que no va a retomarla más. Pero como fin de fiesta, se promete una obra que supera a todas en espectacularidad y complejidad, como demuestra su duración, más de dos horas y media.

Siguen Bale como Batman/Bruce Wayne, los grandes Michael Caine y Morgan Freeman como los fieles Alfred y Lucius respectivamente y el sorprendentemente contenido Gary Oldman como el policía Gordon. Entre los nuevos fichajes se encuentran Anne Hathaway como Selina Kyle, más conocida como Catwoman; Marion Cotillard, que se ve que tuvo que convencer mucho a Nolan con su papel del desestabilizador recuerdo que atormentaba a Leonardo Di Caprio en Origen. La oscarizada actriz francesa encarna a Miranda Tate, una empleada de Bruce Wayne que tiene un romance con él. Empero, el papel más sensible es el del villano de la función, puesto que tiene que hacer olvidar la estremecedora interpretación de Heath Ledger como el Joker en la entrega anterior, que obtuvo un Oscar póstumo por su interpretación. El testigo lo toma Bane, bajo los rasgos del actor Tom Hardy. Un supervillano que es un criminal nato y que saca su sobrehumana fuerza de una droga especial. Lo curioso es que Bane es un personaje muy tardío en los cómics y que en el film Batman & Robin hacía una breve aparición.

El caballero oscuro: la leyenda renace arranca años después de los acontecimientos que marcaron el segundo film de la saga, con todo el dolor que conllevaron y que determinaron que Bruce Wayne colgase el traje de Batman. Acusado de la muerte de su amigo el fiscal Dent, abrumado por la muerte de su amor, está al margen de toda actividad justiciera. Gotham City vive bajo la ley que lleva el nombre del difunto, que mantiene a raya la criminalidad. Pero el hombre murciélago tiene que volver a la carretera cuando aparecen dos personajes. Una enigmática ladrona que se disfraza de gato y sobre todo Bane, un brutal asesino que nadie puede parar. Tal vez ni siquiera el propio Batman.