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Dúo | Crítica

Encontrarse lejos del mundo

Te querré siempre de Rossellini sigue reverberando de forma explícita o implícita en el cine contemporáneo como una de las películas más influyentes a la hora de abordar la crisis de la pareja y desnudar la ficción casi hasta los huesos para exponerla al roce de lo real y sus consecuencias imprevisibles. Lo hace también en esta Dúo con la que Meritxell Colell prolonga de manera natural y orgánica el viaje interior emprendido por la protagonista de su anterior filme, Con el viento, una coreógrafa (Mónica García) que regresaba a su pueblo para reencontrarse con sus recuerdos en la casa familiar tras la muerte del padre, ahora de nuevo en la carretera en compañía de su pareja (Gonzalo Cunill), con quien interpreta un pequeño número coreográfico-teatral itinerante, por los contornos del Altiplano y sus comunidades indígenas en la frontera entre Argentina y Bolivia.

Seguimos pues en un viaje de narrativa mínima, un viaje de sensaciones, instantes, fragmentos, gestos, encuentros, viento y luz que la cámara de Sol Lopatín persigue en su materia física y táctil no tanto para contar la historia o las razones de esta separación casi anunciada como para dar cuenta de todo aquello nuevo y revelador que se abre y resuena en el camino, esa liberación, ese nudo que se desata para dar paso a una nueva mirada al mundo, una mirada que es también escucha y despojamiento.

Dúo funciona así como trayecto de crisis, autodescubrimiento y reinicio pero también como diario (filmado en Super8) o carta enviada a una misma, en un hermoso juego de texturas destinado no tanto a estirar el relato como a agujerearlo de ese contraplano interior y susurrado que las imágenes de estirpe documental nunca llegan a revelar del todo.

El de Colell es también un filme de pocas palabras sobre cuerpos que se abrazan, se empujan y se separan, un filme que, como aquel primero, incorpora la danza a su código comunicativo para traspasar las fronteras del idioma, la cultura o los ritos. Finalmente, también es un retrato etnográfico sincero, honesto y cálido sobre una topografía, unos modos de vida y sus gentes, un filme sobre el encuentro, aún posible, entre un orden urbano en descomposición y la tierra, la espiritualidad y sus formas preservadas lejos de todo centro.