Un novio para mi mujer | Crítica

Seguimos reeducando al macho

Hugo Silva y Belén Cuesta en una imagen del filme.

Hugo Silva y Belén Cuesta en una imagen del filme.

No hay ya comedia que se precie que no venga formateada con mujeres empoderadas o trate de combatir la masculinidad tóxica, signifique eso lo que signifique más allá de la exitosa etiqueta reivindicativa. Es el caso, otro más, de este remake de una cinta argentina de 2008 que nos trae a un matrimonio de treintañeros en crisis (Belén Cuesta y Diego Martín) donde ella asume el rol de la mujer malhumorada y borde y él el del marido rutinario y tristón que, entre partidillo y charla de vestuario con los colegas, no se decide a tomar la decisión de separarse.

La cinta que dirige Laura Mañá (Sexo por compasión, Te quiero, imbécil) parecía arrancar hacia el territorio de la caricatura y las situaciones embarazosas cuando entra en juego un desfasado galán (Hugo Silva) contratado para seducir a la esposa y solucionar el problema, pero nunca encuentra el tono y el ritmo para que el asunto derive por los caminos del enredo. Más bien al contrario, lo que se prometía comedia sobre la batalla de los sexos deviene drama pastelero y con mensaje sobre la masculinidad y sus modelos caducos frente a una nueva mujer realizada y liberada a la que Cuesta presta un exceso de convicción muy por encima de las cualidades de su personaje.