John y el hoyo | Estreno en Movistar+

Familia en la madriguera

Charlie Shotwell, protagonista adolescente de 'John y el hoyo'.

Charlie Shotwell, protagonista adolescente de 'John y el hoyo'.

Con un ojo en el primer Haneke y otro en las parábolas de la crueldad del griego Lanthimos, el norteamericano Pascual Sisto debutaba con este largo con guion del argentino Nicolás Giacobone (Biutiful, Birdman) que se colaba en la sección oficial de Cannes 2020 y, cómo no, también en Sundance, para meter su escalpelo en el seno de una familia de clase acomodada que ve cómo el hijo adolescente sufre un paulatino proceso de aislamiento y enajenación que lo lleva a un extraño comportamiento que desemboca, literalmente, encerrando a su padre, madre y hermana en el búnker a medio construir que hay cerca de la casa familiar.

Formas frías, distancia clínica, luz analógica, encuadres controlados y formato cuadrado para este drama de desconcierto y suplantaciones que aspira a diseccionar a la familia burguesa y sus disciplinas emocionales desde la mirada solipsista de un joven que quiere experimentar qué es eso de ser adulto y coquetear con la muerte, al tiempo en el que el relato se desdobla algo caprichosamente en una segunda historia donde resuena el eco de la primera.

Sisto juega así al aliento metafórico bien protegido por sus gélidas formas de diseño indie y por esa animalización-robotización de sus criaturas que las empuja a los gestos vacíos a falta de empatía y emociones visibles que los sustenten. John y el hoyo queda así como un experimento fallido sobre la condición normativa de los afectos y relaciones familiares y sobre el confuso despertar juvenil de una conciencia que quiere emanciparse, tal vez por falta de mayor arrojo en su viaje hacia ninguna parte, o por no saber desligarse del todo de esos anclajes de verosimilitud del relato que hacen de la amenaza del descubrimiento y el suspense elementos inertes.