La fotógrafa de Monte Verità | Crítica

El aprendizaje de la libertad

Maresi Reigner es 'La fotógrafa de Monte Verità'.

Maresi Reigner es 'La fotógrafa de Monte Verità'.

Entre la rígida Viena burguesa y los paisajes montañosos del cantón suizo del Tesino junto al lago Maggiore, La fotógrafa de Monte Verità se suma a los retratos femeninos de empoderamiento a través de la historia de una abnegada esposa y madre que decide huir del hogar para integrarse en la comuna de Monte Veritá junto a otros disidentes de la normalidad, entre ellos el terapeuta Otto Gross, el escritor Hermann Hesse, y el artista Hans Arp, decididos a consolidar un espacio de libertad y creatividad donde el nudismo, el veganismo, el consumo de drogas, el amor libre, el antimilitarismo y otras prácticas anti-sistema preludiaban, allá por 1906, lo que décadas más tarde sería bandera del movimiento hippie.

Estamos por tanto ante un nuevo relato que acude al pasado y a los hechos reales para reconstruir un caso pionero y ejemplar de emancipación femenina, un relato desdoblado entre la vida en Monte Verità y un pasado intercalado que da cuenta de la prisión familiar y el sometimiento del marido. Lastrada por cierto amaneramiento que se quiere sensorial y perceptivo de la subjetividad liberada, la cinta de Stefan Jäger no escapa empero del academicismo y la qualité en su dibujo de una época, un entorno y unos personajes históricos guiados por una utopía algo monolítica de la que nuestra protagonista (Maresi Reigner) se quiere intermediaria.

Tan didáctica como explicativa, la cinta aspira a la reconstrucción de un mundo a través de los ojos de su protagonista, aunque para ello recurra en ocasiones a ciertas licencias dialécticas y a un embellecimiento algo empalagoso de ese paisaje natural que funciona como pantalla de liberación y lienzo para la sublimación artística.