El mundo es vuestro | Crítica

El chascarrillo nacional

Alfonso Sánchez y Alberto López, los 'compadres', en una imagen del filme.

Alfonso Sánchez y Alberto López, los 'compadres', en una imagen del filme.

Luis García Berlanga, Rafael Azcona, José Sazatornil, Luis Escobar, Antonio Ferrandis, José Luis López Vázquez, Rafael Alonso, Agustín González, Mónica Randall, Laly Soldevila, Félix Rotaeta, Amparo Soler Leal, Luis Ciges, Chus Lampreave, Bárbara Rey, Conchita Montes… ¿Los recuerdan? Pues ninguno de ellos está ya en este burdo remedo actualizado de La escopeta nacional que pretende, ahí es nada, emular-homenajear al gran maestro valenciano y sus formas corales y falleras en clave cortijero-andaluza.

Y claro, se nota, y mucho. Cada escena en plano-secuencia, cada entrada y salida de los personajes en el plano, cada aparte (forzado), cada chiste metido con calzador, en ristra o embutido en una trama de segunda mano, curas, políticos y guardias civiles incluidos, fracasan irremediablemente en su virtuosismo huero, en las prestaciones limitadas del elenco o en las dudosas cualidades cómico-satíricas de un guion que aspira a la astracanada y al retrato sardónico de una España que, para Alfonso Sánchez, no parece haber cambiado demasiado desde los días del último franquismo y la Transición más allá de que ahora se espere al empresario chino donde antes se esperaba a los americanos del Plan Marshall.

El mundo es vuestro lanza a los famosos compadres con todos sus tics a cuestas a una última aventura salvapatrias rezumando ese humor de grupo de WhatsApp y teatrillo rancio-costumbrista que algunos quisieran ver como culmen de lo políticamente incorrecto, cuando en realidad no deja de ser un cansino encadenamiento de ocurrencias, chascarrillos 2.0 o viajes lisérgicos que no pueden hoy ya herir la sensibilidad de más ofendidito. Más bien al contrario, la operación revela un infantilismo populista y una visión del circo patrio y sus avatares (¿un podemita con coleta, de verdad?) incapaz de ir más allá o más al fondo negro y tragicómico de lo que Berlanga siempre vio y entendió incluso por delante de su propio tiempo. Y nos vuelve a doler aquí citar al maestro para hablar de esta película que, paradójicamente, hará mucha más taquilla que cualquiera de las suyas. Así está el patio.