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Azor | Estreno en Filmin

Anatomía de las tinieblas

Fabrizio Rongione en una imagen del filme de Andreas Fontana.

Fabrizio Rongione en una imagen del filme de Andreas Fontana.

Estamos en la Argentina de los primeros ochenta del siglo XX, aún en plena dictadura militar. Un banquero suizo (extraordinario Fabrizio Rongione, habitual de Eugene Green) llega con su esposa para tomar el revelo y seguir la pista de su socio, el enigmático Keys, en algunas operaciones de su compañía en el país sudamericano.

Hombre de modales elegantes y verbo preciso, nuestro protagonista inicia así un periplo de encuentros y reuniones con empresarios, políticos, militares de civil, altos cargos religiosos, aristócratas e intermediarios de distinta índole salidos de un memorable casting de tipos y rostros singulares. También acude a fiestas privadas, donde escucha una y otra vez hablar de su socio, ahora desaparecido, que empieza a convertirse ya en una suerte de conradiano Coronel Kurtz que parece haber superado ciertas líneas rojas para pactar con el diablo.

Con un guion en cinco etapas co-escrito junto a Mariano Llinás (Historias extraordinarias, La Flor), el primer y maduro largo de Andreas Fontana toma pronto distancia y unas ciertas cualidades abstractas sobre estos materiales narrativos propios de un thriller conspirativo con trasfondo histórico, siguiendo esa estela abandonada del cine argentino iniciada por Hugo Santiago (Invasión). Formas limpias y rigurosas, encuadres cerrados y enigmáticos, fotografía vintage y puntuales y efectivas músicas electrónicas refuerzan esta sensación de extrañamiento atmosférico en un viaje laberíntico e incierto que se fragua siempre en lo sugerido, en la ambigüedad que destilan los diálogos, las alusiones o los silencios entre los personajes.

De la ciudad vigilada a la jungla nocturna y fluvial, entre clubes, salones, hipódromos, fincas y piscinas, Azor se va adentrando así tangencialmente en ese estado general de corrupción moral, temor y secretismo de un país donde las más altas esferas del poder han negociado el gran expolio colectivo con la neutral banca suiza, una nación donde incluso los más ricos no están exentos de pasar a la nómina de desaparecidos.