Cultura

Sevilla adopta al 'otro cine español'

  • El CAS acoge desde este jueves y hasta el 25 de este mes un ciclo con seis títulos destacados de la creación alternativa, independiente o de autor del panorama nacional.

De un tiempo a esta parte, se viene hablando del otro cine español para designar a esas propuestas de autor que se mueven en los márgenes o fuera de la industria, un cine suavemente radical que busca conectar con cierto espíritu estético de los tiempos (o reconectar con la Historia y la tradición por nuevas vías), con el digital como nuevo soporte y formato de creación, desde una cierta precariedad o austeridad de medios, alejado de los parámetros y fórmulas habituales de la ficción, cercano a cierta sensibilidad documental, heterodoxo y libre en sus formas y temas, y con canales propios de circulación alternativos a las salas tradicionales. El apoyo de ciertos e influyentes sectores de la crítica especializada y la programación festivalera han hecho el resto para consolidar una marca que, por lo visto, funciona.

Guerin, Lacuesta y otros nombres salidos de la órbita del Master de Documental de la Universitat Pompeu Fabra fueron los primeros en despuntar y allanar el camino, consiguiendo cierto reconocimiento internacional e incluso algunos premios importantes (Concha de Oro en San Sebastián para Los pasos dobles).

En el pasado festival de Locarno, Albert Serra se alzaba con el Pardo di Oro con su tercera película, Historia de la meva mort, que se ha visto ya en el Museo Reina Sofía de Madrid y en el Pompidou parisino, una revisión de los mitos de Casanova y Drácula rodada en HD en la que el cineasta ha dejado en poco menos de dos horas un material bruto superior a las 400, recortando además en su formato visual gracias a un procedimiento de postproducción digital, lo que nos da una idea de los nuevos procesos y tiempos que conducen estas propuestas.

También en Locarno, Luis López Carrasco presentaba El futuro, una particular lectura de la Transición y su herencia en clave de cine encontrado, texturas analógicas y experimentación narrativa que amplia aún más el espectro de estéticas y propuestas de nuestro cine más joven. Por su parte, Costa da Morte, del gallego Lois Patiño, subvertía el tradicional documental de naturaleza para extraer de los acantilados y el mar toda una poética experimental que también ha sido reconocida en el certamen suizo.

Pero el otro cine español también puede tener rostros conocidos y jugar las bazas del sketch dentro de las claves de eso que algunos llaman posthumor. Dramaturgo, guionista y director otrora integrado, autor de un par de saludables rarezas digitales autofinanciadas (Dispongo de barcos, El señor), Juan Cavestany presentaba en Toronto Gente en sitios, un auténtico ejercicio de cine casero en el que participan Maribel Verdú, Santiago Segura, Eduard Fernández, Antonio de la Torre o Adriana Ugarte, un film rodado a lo largo de seis meses sin apenas dinero que le toma el pulso a la España de hoy en clave de humor bizarro y surrealista en una fórmula insólita que parece materializar ese imposible encuentro entre lo industrial y lo marginal.

Porque se plantea también si este cine pequeño, minoritario, ingenioso, más o menos experimental y de autor que practican las nuevas generaciones no estará rompiendo la baraja y las reglas del juego para que subsista una industria cinematográfica en plena crisis, habida cuenta del cambio de paradigma en los hábitos de consumo, que arrojan unas cifras de recaudación en salas cada vez más preocupantes, y del agotamiento de viejas fórmulas de ficción comercial que sitúan a nuestros productos en franca desventaja frente a sus competidores.

Sea como fuere, ese otro cine español existe y empieza a tener cada vez más visibilidad gracias a plataformas físicas (Punto de Vista, DocumentaMadrid, CCCB, S8, Alcances) o virtuales (Márgenes, Plat, Atlántida, Littlesecretfilm) en las que los trabajos se difunden posiblemente a un público mayor, y por supuesto más afín o natural, del que pudieran conseguir por los cada vez más estrechos canales tradicionales.

El SEFF no quiere ser menos en esta labor de descubrimiento y difusión, y aspira este año a ser el gran punto de encuentro de todas esas propuestas de la temporada 2012-2013. Si en 2012 apostó por Siminiani (Mapa) y Enciso (Arraianos) como nuevos y discutidos valores a seguir, y hace unos días se anunciaba la presencia de los nuevos títulos de Los Hijos (Árboles), Salazar (10.000 noches en ninguna parte), Moráis (Los chicos del puerto), Barrero (La jungla interior), Gracia (O quinto evanxeo de Gaspar Hauser), Llorca (Un ramo de cactus), Arteaga (El triste olor de la cama), Boix (Las aventuras de Lily ojos de gato), Menárguez (Dos amigos) o Camacho (Taller de flamenco) en las distintas secciones competitivas de su décima edición, el próximo 10 de octubre arranca en el Centro de las Artes de Sevilla (CAS), a modo de precalentamiento, un ciclo de proyecciones integrado por algunos de los títulos más premiados y reconocidos de esta última oleada alternativa, muchos de ellos ya comentados aquí por Alfonso Crespo con motivo de su paso por Alcances (Cádiz): Los ilusos, de Jonás Trueba (10 y 11), Enxaneta, de Alfonso Amador (16), A la sombra de la cruz, de Alessandro Pugno (17), La fotógrafa, de Fernando Baños (23), La casa de Emak Bakia, de Oskar Alegría (24) y Dime quién era Sanchicorrota de Jorge Tur Moltó (25). Viajando siempre con sus criaturas a cuestas, Trueba, Alegría y Pugno presentarán sus películas y dialogarán con el público en sus respectivos pases.

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