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Reírse con Cage, no de Cage: la caricatura como redención

  • El inteligente guión de Kevin Etten y Tom Gormican presenta a un Nicolas Cage haciendo de Nick Cage

Cage, en un fotograma de la película.

Cage, en un fotograma de la película. / DS

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Quizás la única posibilidad de redimirse que Cage tenía era auto caricaturizarse. Una empresa no fácil porque con el tiempo se ha ido convirtiendo en una caricatura cada vez más alejada de aquel actor propulsado por su primo Coppola en las lejanas La ley de la calle, Cotton Club y Peggy Sue se casó allá por los años 80, inmediatamente convertido en esa década y la siguiente en una estrella de la comedia a las órdenes de Jewison (Hechizo de luna) o Bergman (Luna de miel para tres y Te puede pasar a ti), del cine más o menos de autor a las órdenes de los Coen (Arizona Baby), Montaldo (Tiempo de matar), Lynch (Corazón salvaje), Figgis (Leaving Las Vegas), De Palma (Ojos de serpiente) o Scorsese (Al límite) y sobre todo -en lo que a popularidad se refiere- del nuevo cine de acción de los 90 dirigido por Green (Pájaros de fuego), Bay (La roca), West (Con Air) o Woo (Cara a cara). Quizás demasiado éxito y demasiadas películas -su trayectoria en estas dos décadas es impresionante- para unas limitadas capacidades interpretativas.

El caso es que en los últimos 20 años Cage se ha ido convirtiendo en una caricatura de sí mismo pese a sus intentos por mantener a la vez las tres líneas, logrando buenas interpretaciones en muy contados momentos (quizás solo en Joe de Gordon Green y en Pig de Sarnoski). Visto lo cual, no sin inteligencia, ha decidido tomarse a broma su personaje de héroe y sus presuntas limitaciones interpretativas jugando con las distancias que puedan existir entre la estrella (de las películas de acción) y el actor (de las películas serias’) y entre los personajes que en las primeras ha interpretado y la realidad.

El inteligente guión de Kevin Etten y Tom Gormican presenta a un Nicolas Cage haciendo de Nick Cage, un actor arruinado que se ve obligado a aceptar la muy bien remunerada propuesta de un fan millonario (Pedro Pascal) cuya fortuna tiene un origen sucio. Pero la ficción que suele interpretar se convierte en realidad cuando intervienen la CIA, el secuestro de la hija de… (no diré de quién) y un villano interpretado por... ¡Paco León!, y el desdichado actor se ve obligado a estar a la altura de sus personajes.

Tomándose a broma no solo a sí mismo y a sus personajes de las películas de acción, sino también una de sus películas más importantes (ese complejo juego entre ficción y realidad que fue El ladrón de orquídeas de Jonze y Kaufman), y confiando en el guión de Etten y Gormican que dirige el segundo, Cage logra interesar, divertir y ajustar cuentas con su caricatura en un momento decisivo de su carrera, reciente su gran trabajo en Pig y a la espera de los ambiciosos western The Old Way y Butcher´s Crossing (basada en la aclamada e influyente novela de John Williams). Parece que ha querido que el público se ría con él, en vez de reírse de él, antes de consumar un giro en su carrera.           

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