Cultura

Memoria sin rostro

phoenix

Drama, Alemania, 2014, 98 min. Dirección: Christian Petzold. Guión: C. Petzold y Harun Farocki. Fotografía: Hans Fromm. Música: Stephan Will. Intérpretes: Nina Hoss, Ronald Zehrfeld, Uwe Preuss, Nina Kunzendorf, Michael Maertens, Uwe Preuss. 

A partir de un nuevo guión de Harun Farocki, y volviéndole a quitar todo asomo de polvo y caspa al cine de época como ya había hecho en Barbara, la nueva película de Christian Petzold (Jerichow, Yella) pende de un fino hilo que podría desbaratar fácilmente su credibilidad pero que, sin embargo, se muestra como la más poderosa y efectiva de su armas para revisar el traumático pasado alemán a través de un verdadero acto de fe en la representación y un preciso ejercicio de estilo.

Nelly (una estupenda Nina Hoss), una cantante judía, ha regresado de los campos de exterminio con el rostro desfigurado y es atendida por una amiga que aspira a viajar con ella a Israel una vez se recupere. En el Berlín dividido de posguerra, y con la sospecha de saberse traicionada, iniciará la búsqueda de quien fue su marido con la esperanza de recuperar su amor y su vida.

Farocki reescribe en este periplo nocturno por ruinas, sombras y clubes de neón rojo donde suenan canciones de Weill y Porter la mismísima trama de Vértigo, también la de Johnny Guitar, en uno de los ejercicios, insisto, de más riesgo pero también de más calado metafórico sobre la memoria histórica que se nos ocurren en el reciente cine europeo.

Regresada de entre los muertos, nuestra protagonista se verá forzada a representar a su propia doble en un macabro teatro que nos termina por devolver las mentiras y traiciones de una Alemania que quiso refugiarse en la amnesia para no afrontar sus verdaderas responsabilidades ante el terror nazi.

Así, entre el sustrato cinéfilo de su estructura y el eco sombrío de la Historia, Phoenix se lanza a un siniestro juego romántico y suicida entre poderosas imágenes que pespuntean el firme y despojado pulso narrativo de Petzold, si acaso el más interesante, el que mejor ha sabido conciliar una clínica mirada autorial con la necesidad de seguir ahondando en los fantasmas de una nación, de todos los nombres del último cine alemán.

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