María, reina de Escocia | Crítica

Duelo de reinas y de actrices

Saoirse Ronan interpreta a María Estuardo.

Saoirse Ronan interpreta a María Estuardo.

La base del guion es sólida: el libro My Heart is My Own: the Life of Mary Queen of Scots del historiador John Guy, especialista en la época Tudor y autor también de biografías de Tomás Moro e Isabel I. El guion es obra del dramaturgo y guionista Beau Willimon, autor de la obra teatral en la que se basó Los idus de marzo y guionista de la serie House of Cards. Y la dirección es de Josie Rourke, prestigiosa directora teatral con un largo elenco de puestas en escena de obras de Tennessee Williams, Shakespeare, Mamet, Durrenmat o Racine.

Nada de extraño tiene pues que el resultado sea teatral, en el mejor sentido de la palabra, y que el corazón de la película sean las poderosas interpretaciones de Saoirse Ronan (María) y Margot Robbie (Isabel), el enfrentamiento entre las dos mujeres que tuvo, tras la muerte de ambas, un paradójico desenlace: en una curiosa carambola histórica el hijo de María, Jacobo VI de Escocia, reinó a la muerte de Isabel I también sobre Inglaterra como Jacobo I. Con lo cual se sucedieron dos reyes hijos de decapitados ya que Isabel I era hija de Ana Bolena.

Gustará a quienes desean que la Historia se reescriba de acuerdo con los gustos actuales

El guion juega con posibilidades no documentadas por los historiadores. La historia de María Estuardo ha inflamado siempre la imaginación de escritores, desde Walter Scott a Schiller, Zweig o Hugo, de compositores, con Donizetti y su famosa ópera en cabeza, y de cineastas como Ford o Jarrot con sus María Estuardo interpretadas por Katharine Hepburn y Vanessa Redgrave. Willimon y Rourke hacen su interpretación en un sentido de corrección política que perjudica a la película aunque gustará a quienes desean que la Historia se reescriba de acuerdo con los gustos actuales.

Así se enfoca como la historia de mujeres valerosas, inteligentes e independientes moviéndose en un mundo de hombres perversos, estúpidos y prepotentes. Algo de eso hubo. Pero ambas eran también ambiciosas y conspiradoras. Y a lo que parece Isabel intentó que liquidaran a María de forma más discreta -lo que los mafiosos llaman "un accidente"- para evitar su posible glorificación como mártir católica. Pero no incurriré en el defecto, tan común, de exigir rigor histórico a una película. La historia es historia y el cine es cine. Y en este caso el buen texto, su perfecta y enérgica interpretación por las dos actrices, el perfecto diseño de producción de James Merifield (de quien recordamos las ambientaciones de Brigton Rock y The Deep Blue Sea) y la tenebrosa fotografía de John Mathieson (Gladiator y otros títulos de Scott) la hacen merecedora de ser disfrutada.

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