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Salir al cine

El negro de la sonrisa blanca

  • Llega a AppleTV+ un extraordinario documental sobre Louis Armstrong, padre del jazz e icono de la cultura popular del siglo XX. En plataformas, tres estrenos recomendables: 'Despidiendo a Yang', 'El extraño' y 'Regreso de Reims', y en cines, 'El agua', de Elena López Riera. 

Este documental sobre el gran Louis Armstrong, posiblemente el mejor de todos cuantos se han hecho sobre su enorme figura, se suma a esa inevitable revisión de la historia de la cultura popular norteamericana desde la perspectiva racial tantas veces orillada o directamente negada en otros trabajos de corte biográfico únicamente centrados en las virtudes artísticas o creativas de su protagonista, aquí de sobra conocidas y celebradas.

Como veíamos (también en AppleTV+) hace unas semanas a propósito de Sydney Poitier, este documental incide en una misma recuperación de una figura fundamental del siglo XX haciendo especial hincapié en su condición negra y afroamericana y en la manera, contradictoria y compleja, en la que el personaje gestionó su actitud y su papel público a lo largo de los años en relación con la segregación racista o la lucha por los derechos civiles cuando ya era todo un icono popular entre otras muchas razones por haber inventado, revolucionado y universalizado el lenguaje del jazz con su trompeta, sus imposibles notas altas y su característica e inimitable voz ronca.

Hay que ver por tanto este Louis Armstrong’s Black & Blues como un doble ejercicio biográfico y político construido sobre unos materiales fabulosos que incluyen su archivo sonoro personal hasta ahora prácticamente inédito, un riquísimo fondo documental cinematográfico (de Cabin in the sky a Hello, Dolly!), televisivo y fotográfico que recorre toda su carrera desde mediados de los años 10 hasta su muerte en 1971, los testimonios de figuras relevantes del jazz y su estudio (de Wynton Marsalis al historiador Dan Morgensten) en formato exclusivamente sonoro, y algunas vistosas animaciones que reconstruyen declaraciones privadas o situaciones narradas por el propio Satchmo, como era cariñosamente conocido.  

Por un lado, siguiendo fiel y cronológicamente su trayectoria artística desde los suburbios más pobres de Nueva Orleans donde nació en 1901 hasta las interminables giras internacionales, su consolidación como el primer artista negro en alcanzar el estatus de estrella popular para todos los públicos, algunos detalles de su vida privada, donde hubo tiempo para cuatro matrimonios hasta alcanzar la estabilidad y fundar el verdadero hogar en Queens, Nueva York, junto a Lucille Wilson, o anécdotas poco conocidas sobre su afición a los laxantes o la marihuana.

Por otro, este documental busca denodadamente rehabilitar y contextualizar a esa figura de ojos saltones y sonrisa a dentadura abierta que fue acusada de complacer en exceso a los blancos, de ser un nuevo Tío Tom que no abanderó nunca ninguna batalla ante los abusos racistas de una nación. Sacha Jenkins lo desmiente con abundantes pruebas documentales públicas y privadas. Reacio a la declaración pública o el posicionamiento explícito en el terreno ideológico o político salvo en contadísimas excepciones, Armstrong mantuvo siempre una actitud y una ética intachables guiadas por unos fuertes principios morales y marcada por la propia experiencia como hombre negro a lo largo de más de la mitad del siglo XX. Un negro que supo complacer a su público, que era toda una nación y llegó a ser medio planeta, y bajo cuya sonrisa aparentemente sumisa se escondía la inteligencia de un artista que supo navegar por su tiempo con esa astucia del superviviente afortunado que se ha ganado el cariño sin renunciar demasiado a su esencia y a sus convicciones más profundas.

El mundo en el que vivió Louis Armstrong no era precisamente maravilloso como en la famosa canción que popularizó, pero su talento natural, su talante y su actitud contribuyeron y siguen contribuyendo a que lo parezca al menos cada vez que suena alguno de sus temas.   

Tres estrenos exquisitos sin salir de casa

Mañana arranca el Festival de Cine Europeo y Dios nos libre de no recomendarles que se acerquen al Nervión Plaza y al Lope de Vega a disfrutar del cine en pantalla grande, pero para aquellos que no gusten de las masas, las colas o los eventos, siempre hay buenas opciones de cine reciente e inédito sin salir de casa.

Por ejemplo, en Amazon Prime pueden ver la extraordinaria Despidiendo a Yang, de coreano-norteamericano Kogonada, maestro del vídeo-ensayo crítico que ya en Columbus dio muestras de haber asimilado su exquisita cinefilia en unas nuevas, depuradas y personales formas. Si allí era Ozu el referente, ahora es Resnais quien resuena en un relato distópico sobre la pérdida, la memoria y el duelo protagonizado por una familia y su androide de aspecto (demasiado) humano. 

En Netflix pueden ver el thriller australiano El extraño, de Thomas M. Wright, sobre el caso real de una infiltración policial para dar con el asesino de un niño, donde Joel Edgerton y Sean Harris establecen un pulso tan turbio como inquietante.

Y en Filmin, no dejen de ver Regreso a Reims, de Jean-Gabriel Périot, uno de los mejores documentales recientes, todo un tratado histórico sobre la evolución de la clase obrera (francesa) y su paulatina desaparición y transformación hasta ser asimilada por los discursos de la ultraderecha.

El estreno de la semana: ‘El agua’

Aunque debute ahora en el largo con El agua, que ha pasado ya por festivales importantes como Cannes, Toronto o Donosti, la alicantina Elena López Riera es ya una vieja conocida de ese ‘otro cine español’ que se mueve entre la experimentación y la no-ficción desde sus primeros cortos en el colectivo lacasinegra. Su película regresa a las raíces de su tierra (y su agua) a través de un relato de iniciación donde las supersticiones coquetean con las formas de lo fantástico.

Trailer 'El agua'