Crítica 'Steve Jobs'

Jobs como héroe trágico: el espectáculo de la interpretación

Steve Jobs. Biopic, EEUU, 2015, 122 min. Dirección: Danny Boyle. Intérpretes: Michael Fassbender, Kate Winslet, Seth Rogen, Jeff Daniels y MichaelStuhlbarg. Guión: Aaron Sorkin. Fotografía: Alwin H. Kuchler.

El guión es la cimentación de una película y el trabajo más esclavo de los muchos que se ponen al servicio del director. Todos cuentan las historias escritas por los guionistas cuando se pregunta por una película, pero casi nadie conoce sus nombres. Un buen guión no garantiza una buena película, pero sin un buen guión es imposible rodar una buena película. Me obliga a recordar estas obviedades el espléndido y valiente guión que Aaron Sorkin -autor de El ala Oeste de la Casa Blanca, La guerra de Charlie Wilson, La red social o Monneyball- que plantea en tres actos, tres tiempos y tres escenarios la personalidad, que no la vida, del admirado y controvertido Steve Jobs -a quien debemos Apple, Macintosh, iPod, iTunes o la consolidación de Pixar-, un genio inteligente y aborrecible, tirano de los demás y víctima de sí mismo.

Los tres actos ordenan los tres escenarios -que lo son literalmente: el backstage de los tres locales en los que Jobs presentó tres de sus aportaciones- y los tres tiempos, que son los que se corresponden a dichas presentaciones: 1984 y la del Macintosh, 1988 y la del NeXTcube, 1998 y la del iMac. Si esta película fuera, que en realidad lo es, una tragedia clásica el primer acto sería el triunfo, el segundo el fracaso y la traición, y el tercero la venganza del derrotado y traicionado que vuelve a alzarse. Hay interesantes reflexiones dramatizadas a través de vertiginosos duelos en forma de diálogos sobre la ambición, el amor, el desamor, el miedo, la debilidad, la fuerza y prácticamente todas las pasiones humanas. A lo que se añaden connotaciones sociales de enorme interés que el universo Jobs representa con la perfección que corresponde a quien es uno de los tejedores de nuestra cotidianidad: la habilidad para convertir una mercancía en deseo y un objeto en símbolo, de tal forma que su posesión satisface necesidades y ofrece gratificaciones que van mucho más allá de sus funciones específicas. Marx ya escribió sobre esto en sus textos sobre mercancía y fetichismo.

El brillante, irregular y un tanto tahúr Danny Boyle (Trainspotting, Slumdog Millionaire, 127 horas) no está a la altura del guión -porque habría que ser Welles o Coppola para estarlo- pero le hace justicia con la mejor realización que haya hecho hasta ahora, trasladando la tensión y la violencia que ruge tras los diálogos (que plantean duelos memorables entre Jobs y su asistente, su hija, su ex pareja y su socio) y destacando en la espléndida dirección de actores. Estos sí que hacen justicia al guión, a los personajes y a los textos. Especialmente el trío Michael Fassbender (Jobs), Kate Winslet (Hoffman, su asistente) y Jeff Daniels (Sculley, su socio). Los tres realizan tal vez los mejores trabajos de sus carreras, dando a la película una dimensión dramática monumental. Ninguno se deja devorar por otro. La gran Kate Winslet está a la altura de Fassbender, si en ocasiones no lo supera, estando él presente en cada plano de la película y siendo su trabajo de una agotadora tensión dramática sin incurrir jamás en la sobreactuación. Ni tan siquiera Jeff Daniels, que tiene un papel secundario, es devorado por los dos protagonistas. Los duelos entre Fassbender y él echan literalmente chispas. Si los tres no se llevan los Oscar a las mejores interpretaciones masculina, femenina y secundaria es que los de Hollywood están peor de lo que parece.

La banda sonora del nuevo talento del cine europeo, el británico Daniel Pemberton, crea una atmósfera de tensión no enfática, porque sus intervenciones se disuelven con inteligente discreción y gran efectividad en el ritmo de las imágenes y los diálogos, con una originalidad digna de los mejores tiempos de las colaboraciones entre John Barry y Richard Lester o Joseph Losey. Es importante verla en versión original, dada la calidad de las interpretaciones. Si no lo logran no dejen de verla en pantalla grande, pero láncense sobre el DVD así que se comercialice.

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