Crítica 'Victoria'

¡Jo, qué noche!

victoria. Drama, Alemania, 2015, 134 min. Dirección: Sebastian Schipper. Guión: Olivia Neergaard-Holm, Sebastian Schipper. Fotografía: Sturla Brandth Grøvlen. Intérpretes: Laia Costa, Frederick Lau, Franz Rogowski, Max Mauff, Burak Yigit, Nadja Laura Mijthab. 

Avalada por los premios y el hecho excepcional de haber sido rodada en un único plano secuencia de dos horas y veinte minutos de duración, Victoria busca su hueco de honor entre ese grupo de películas (de El arca rusa a Irreversible, y perdonen por meterlas a ambas en el mismo saco) que exhiben la pericia técnica como principal logro.

En su caso, este tour de force, cuyo innegable mérito hay que atribuir principalmente al cámara Sturla Brandth Grøvlen, esconde empero una escasez de sustancia, interés y justificación en su materia narrativa, a saber, la noche libre, loca y cada vez más peligrosa que protagonizan una joven española en Berlín (Laia Costa) y un puñado de hombres a los que se ve venir de lejos como causantes de problemas.

Victoria arranca en plan Antes del amanecer, a saber, como posible historia de encuentro y enamoramiento, para virar (no sin avisos) hacia el drama criminal en un giro tan inevitable como forzado, y lanzarse a persecuciones, huidas, violencia y tiroteos que justifiquen desde el género ese sostenimiento nervioso de la cámara sobre unos cuerpos siempre en movimiento, de un escenario a otro, a pie, en bici o en coche.

Dos horas y cuarto en este plan dan mucho de sí, de manera que también hay tiempo para la calma y el flirteo, incluso para un pequeño concierto de piano y una reflexión sobre la educación musical o la precariedad laboral.

Con todo, Schipper parece mucho más preocupado de no desfallecer en el virtuosismo que de insuflar cierta verosimilitud a las situaciones de su propuesta.

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