Cine

Imágenes bajo el radar

  • Gracias al sello Cameo recuperamos en DVD tres cintas de producción española que han pasado muy discretamente por las carteleras de esta última temporada

Dispongo de barcos / El árbol / 80 Egunean. Juan Cavestany / Carlos Serrano / José Mari Goenaga y Jon Garaño. Cameo. 11,95 euros c/u.

Nuestro apreciado colega Jordi Costa habla de ese cine español que "vuela por debajo de los radares" para referirse a la producción nacional más autoexigente y minoritaria cuya apuesta formal de riesgo es indirectamente proporcional a su visibilidad en las pantallas. Desde perspectivas y ángulos diversos, con temas y tratamientos dispares, las tres películas que ahora recupera en DVD el sello Cameo apenas se estrenaron hace unos meses en un número contado de salas de Madrid, Barcelona o el País Vasco. O ni siquiera eso. Hablamos, por tanto, de un cine español (o de producción española) casi invisible que no cuenta para las estadísticas y los premios ni capta la atención de los medios, no digamos ya el interés del público, desertor o envenenado por eternos debates falseados; un cine abocado a la marginalidad o a los festivales, los cineclubs o, como también sucede de un tiempo a esta parte, a ser exhibido contra natura en centros de arte contemporáneo.

Después de un idilio con el mainstream industrial, y desde los cuarteles de la factoría teatral de Animalario, Juan Cavestany, guionista de títulos destacables como Los lobos de Washington y director de las menos estimulantes El asombroso mundo de Borja Mari y Pocholo y Gente de mala calidad, se adentra en un territorio de mínimos con Dispongo de barcos, una cinta rodada sin apenas presupuesto en vídeo digital de baja definición en la que pone en práctica una suerte de teatro del absurdo protagonizado por cuatro excéntricos personajes (en busca de autor o de quién sabe qué) que deambulan por las calles, espacios y rincones de una ciudad despersonalizada, gris y suburbial. Con la presencia estelar de Antonio de la Torre, Andrés Lima, Diego París y Roberto Álamo, Dispongo de barcos se despliega en un absurdo de raros perfiles costumbristas por el que se filtra una suerte de surrealismo low-fi que algunos han querido comparar con Cabeza borradora e Inland Empire de David Lynch, un exceso asociativo que, en cualquier caso, no enturbia el atrevimiento posthumorístico de una cinta sin centro y a la deriva que explora su propia condición povera, sus texturas y su carácter abiertamente improvisado como argumentos para la sorpresa y la estupefacción.

En un paisaje urbano similar aunque marcado por un tono realista y social, El Árbol, primera película del mejicano Carlos Serrano Azcona, viene avalada por Carlos Reygadas (Batalla en el cielo) y Jaime Rosales (La Soledad). En una línea que se nos antoja bastante oportunista para cubrir la demanda de ciertos circuitos festivaleros, la película se sitúa en la estela naturalista de los Dardenne, con la cámara siempre pegada al cuerpo de su protagonista (Bosco Sodi), en busca de la inevitable revelación sobre su interioridad a partir del seguimiento y la observación como rutinas implacables de puesta en escena. El propósito resulta, empero, fallido, en el desequilibrio entre estas formas y los excesos interpretativos de un elenco que, a pesar de su amateurismo, acaba desvelando demasiadas ganas de interpretar y, en consecuencia, de narrar. Tan sólo un postrero quiebro por la vía de la humorada mística (Mozart mediante) consigue despertarnos del letargo de este retrato de un hombre en crisis por las calles y descampados de un Madrid de bares sórdidos, asfalto sucio y cielos encapotados.

Bien distinta es la estética, limpia y acomodada a los patrones del cine industrial medio español, de 80 egunean (En 80 días), el debut en el largometraje de los vascos Jose Mari Goenaga y Jon Garaño. Rodada en euskera, la película se propone abiertamente como un filme de tema, a saber, una cinta que delega toda su eficacia dramática y emocional y su voluntad didáctica y de concienciación social al desarrollo de una huidiza historia de amor entre dos mujeres maduras. Goenaga y Garaño pretenden romper varios tabúes de un plumazo con una historia sobre la que pesan no sólo la homosexualidad femenina en una edad avanzada, sino las diferencias entre la cultura urbana y la cultura rural, tan acendradas y, en ocasiones, irreconciliables en el País Vasco, y los conflictos cotidianos entre padres e hijos y en el seno de la pareja desgastada por la rutina y el paso de los años.

Tan voluntariosa como plana, 80 egunean se ve con cierta credibilidad gracias al trabajo de sus dos protagonistas, Itziar Aitzpuru y Mariasun Pagoaga, que se exponen (siempre hasta un límite) a momentos de arriesgada impudicia sentimental e incluso física. Mucho menos atrevimiento se observa en la puesta en escena, que bien podría pasar por la de un telefilme costeado (por la ETB, por ejemplo), y en el remate final, tan excesivo como cobarde, de una trama a la que Pascal Gaigne regala una hermosa música incidental que parece venirle demasiado grande.

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