The Secret of Kells. Animación, Irlanda, 2009, 83 min. Dirección: Tomm Moore y Nora Twomey. Guión: Fabrice Ziolkowski. Música: Bruno Coulais.

En pleno apogeo de la animación digital en tres dimensiones de apariencia fotorrealista, es de agradecer que todavía queden reductos creativos de alto nivel que no se entreguen al festín tecnológico para apostar por modelos más originales y artesanales cuya confección no está reñida, más bien al contrario, con la imaginación más desbordante y el perfeccionismo técnico a la hora de llevar a la pantalla universos, relatos, texturas, colores, personajes y criaturas tan o más seductores que los de Pixar, Dreamworks o Fox Animation.

Desde Irlanda, Tomm Moore y Nora Twomey recuperan en El secreto de Kells una vieja historia del folclore y la mitología nacional que fabula con la elaboración del Libro de Kells, un manuscrito que data del siglo IX, para trazar un universo animado eminentemente bidimensional, plano y antinaturalista que se inspira en la iconografía y las ilustraciones medievales de aquella época hasta un punto en el podríamos hablar de un inesperado maridaje entre la tradición y la abstracción propia del arte contemporáneo, en una estilizada y seductora apuesta a contracorriente de lo que dictan hoy los cánones estéticos y narrativos del género.

El resultado se nos antoja deslumbrante, repleto de hermosas ideas visuales y paisajes plásticos que, en su aparente sencillez, esconden una concepción de la animación infantil mucho más sofisticada y adulta de lo que pudiera pensarse, una propuesta que, como las de Michel Ocelot (Kiriku, Azur y Asmar) y Marjane Satrapi (Persépolis) en Francia o la del mismísimo maestro Hayao Miyazaki (Ponyo en el acantilado, El viaje de Chihiro, Mi vecino Totoro) en Japón, ha sabido crear un lenguaje y una atmósfera propios para seguir contando historias de mensaje universal aunque mucho menos edulcoradas y previsibles que las que propone Hollywood.