Crítica 'Cazadores de sombras. Ciudad de hueso'

Fantasía de salvapantallas

Cazadores de sombras. Ciudad de hueso. Fantasía-aventuras, EEUU, 2013, 130 min. Dirección: Harald Zwart. Guión: Jessica Postigo. Fotografía: Geir Hartly Andreasen. Música: Atli Örvarsson. Intérpretes: Lily Collins, Lena Headey, Jonathan Rhys Meyers, Robert Sheehan.

Urge aprovechar la tendencia y subirse rápido al carro de las nuevas fantasías de aventuras para adolescentes que parecen haber ocupado hoy casi todo el espectro de la literatura y el cine juveniles de consumo.

Tras la estela de Harry Potter y Crepúsculo, las novelas de Cassandra Clare sirven de armazón para la que se intuye primera de muchas entregas de esta saga que conjuga los aromas góticos y la estética punk más domesticada, la magia y lo sobrenatural, la clásica batalla entre las fuerzas del Bien y el Mal y las estampas románticas de salvapantallas en un universo ficcional con aroma a déjà vu al que un modesto diseño de producción le hace el pequeño favor de imprimirle un cierto encanto de serie B fruto de la evidente colisión entre lo analógico y lo digital.

Con la ciudad de Nueva York convertida en escenario (oculto) para una batalla épica de fantasía medieval, cuero negro y tatuajes cifrados, la cinta que dirige Harald Zwart (La Pantera Rosa 2, The Karate Kid) mantiene al menos una cierta candidez aventurera que nos redime de sus peores y más ridículos pasajes, aquéllos en los que Johann Sebastian Bach es visto como un luchador contra los demonios o aquellos otros en los que, bajo una lluvia de aspersores, los amantes se besan al son de una estomagante canción pop.

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