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Fernando Franco. director y montador

"Exhibidores y distribuidores se acojonan con el cine español"

  • 'La herida', el debut tras la cámara del sevillano, llega hoy a los cines después de su triunfo en San Sebastián, donde logró dos premios.

El Premio Especial del Jurado concedido a La herida y la Concha de Plata a la mejor actriz a su protagonista absoluta, Marián Álvarez, hicieron de la película de Fernando Franco, la primera que ha rodado como director tras una amplia carrera como montador (de No tengas miedo, de Montxo Armendáriz, Bon appètit de David Pinillos, o Blancanieves de Pablo Berger, entre otras muchas), una de las grandes triunfadoras en la última edición del Festival de San Sebastián. "Era una ópera prima y para nosotros estar allí era más que suficiente, ni en el mejor de los mundos soñados habría salido así", dice este sevillano nacido en 1976, que anda todavía "en una extraña nebulosa". "Lo mejor de todo -añade- es que gracias a esto la película va a ser mucho más visible y va a salir con algunas copias más". Hoy, junto con Gloria, Runner, Runner, Zipi y Zape, Gravity, Peligrosamente infiltrada y Mi primera boda, llega a los cines.

Franco atiende la llamada en Madrid, donde reside y en cuya Escuela de Cinematografía y del Audiovisual (ECAM) da clases de montaje. Lo encontramos indignado con el nuevo, enésimo golpe al cine que revelan los Presupuestos Generales del Estado: "Es un ataque frontal en toda regla. Y hay muchas familias que comen de este sector, aparte de que crea cultura. Y esta industria tributa impuestos también, eh. Además, eso de aumentar el presupuesto del teatro y rebajar el de cine... Parece que quieren enfrentarnos. A mí me parece genial que se aumente el presupuesto para teatro: ole, encantado, todo lo que sea cultura, bienvenido sea. Pero la maniobra resulta sospechosa. Vamos hacia un país de incultura absoluta y palmeros de las instituciones".

-Al margen del ámbito político, donde es evidente que -en el mejor de los casos- la cultura, y el cine en este caso particular, no es precisamente una prioridad, se escuchan muchos comentarios de la gente que expresan casi aversión, y sin el casi, por el cine español. ¿Por qué ocurre esto?

-Para empezar, etiquetarlo todo bajo esas dos palabras, cine español, siendo tan grande como es el espectro, es ya ridículo. ¿Qué tiene que ver Álex de la Iglesia con Sanchez Arévalo, y éste con León Siminiani, y éste con Isaki Lacuesta o con Albert Serra? Cada uno hace su cine y cada película tiene sus espectadores. Englobarlo todo como la misma cosa es como mínimo de perezosos. Y esa aversión yo creo que proviene de la derecha mas recalcitrante, a raíz de todo aquello del No a la guerra y los Goya. Se estigmatizó a los que se dedican al cine como si fueran una pandilla de subvencionados que encima se dedican a atacar a la teta de la que maman. O algo así. Y yo lo que digo es que en un rodaje las jornadas suelen ser de 60 y no de 40 horas semanales, y que puedes entrar a rodar a las cinco de la mañana y terminar a las cuatro de la tarde. Seguramente la gente del cine curra muchísimo más que los que se dedican a despotricar. Nosotros estamos currando mientras ellos escriben sus comentarios en los artículos de los periódicos en internet.

-Entremos ya en La herida. ¿Qué destacaría del trabajo de Marián Álvarez?

-No destacaría una sola cosa. Entendió muy bien la película que yo quería hacer, supo hacer una interpretación de verdad, auténtica. Para mí era muy importante su físico, porque el personaje puede llegar a ser muy duro pero ella tiene ese apariencia dulce, un poco aniñada, que contrarrestaba muy bien toda esa aspereza. El gran reto era lograr la empatía del espectador, y en ese aspecto consiguió hacer un trabajo superdotado.

-¿Cómo influyó su experiencia como montador a la hora de dirigir?

-Tengo bastante separadas las dos cosas. Cuando monto no me gusta colocarme en la posición de un director, sino que intento aportar al material rodado la distancia que no puede tener el director. Y cuando dirijo no monto yo, sino que justamente por lo mismo busco un aliado, que en este caso fue David Pinillos. Montar ha sido todo un aprendizaje, claro: tantas horas eligiendo tomas de actores, conversando con directores... Todo eso deja un poso que sale de una manera u otra.

-¿Qué referentes tuvo en mente para trabajar en el plano formal?

-La película iba a ser un documental, pero vi que en las personas que padecen el trastorno límite de la personalidad [el que padece el personaje que interpreta Marián Álvarez] se agudizaba el trastorno al trabajar con ellas, y por eso decidí transplantarla a la ficción. El planteamiento entronca con una tradición que me interesa mucho, la del cine documental de los años 60 y 70, como el cinéma vérité francés o el direct cinema. La película está inspirada en todo ese amplio abanico que hay entre ese cine documental y el cine de ficción que bebe de ese cine documental: los Dardenne, Keane de Lodge Kerrigan o La pivellina [de Tizza Covi y Rainer Frimmel]... Muchas cosas, pero todas ellas comparten una puesta en escena cercana, de cámara al hombro y rodada en 16 mm.

-No parece que La herida sea una película de fácil digestión para el gran público...

-Pero qué es el gran público. Si estamos hablando de que vaya a verla la misma gente que Gravity, pues desde luego que eso no va a pasar, no por nada, sino porque La herida no tiene ni ese aparato industrial detrás ni la espectacularidad ni nada de eso... Es una película superpequeña y nada complaciente con el espectador, no hay una sola concesión o por lo menos yo no siento que haya tenido que hacerla. La información se administra desde la perspectiva del personaje por una cuestión de rigor en la construcción del punto de vista: digamos que la película no sabe más de lo que sabe el personaje, y no hay narrador omnisciente ni mecanismos como la música o el montaje que enfaticen nada. Todo es bastante austero. Obviamente, la pelicula no le gusta a todo el mundo, pero es que no está hecha para que guste a todo el mundo. Lo bueno es que la gente a la que le está gustando, le gusta mucho, y eso es muy satisfactorio. Queríamos tratar al espectador como a alguien inteligente, ya está.

-Usted reconoce una afinidad con directores distintos como Isaki Lacuesta. ¿Por qué las obras de este tipo de cineastas, y podría citarse también por ejemplo a Albert Serra, parecen confinadas casi exclusivamente a los circuitos cinéfilos para los más iniciados?

-Hay mucho miedo por parte de los exhibidores y distribuidores a competir en salas con cine español, se acojonan, sobre todo si hablamos de películas algo más arriesgadas. Además, las reglas de esa competencia son muy injustas: ahora todo se mide en media de euros recaudados por copia en el primer fin de semana, y eso para una película pequeña e independiente es un desastre. Claro que a veces ocurre que se quiere hacer un producto mainstream supercalculado, con Musculitos 1 y Musculitos 2, y con La Chica Guapa 1, y con secuencias de sexo, y se le mete un deporte o unos coches y ea, ya tenemos peli para petarlo... y te la puedes comer con papas, conozco casos así, yo mismo he participado en películas de ese tipo. Al final, realmente, no hay claves. Pero está claro que influye el miedo de los distribuidores y los exhibidores. Yo supongo que Albert Serra no es un tío que pueda encontrar exhibición con facilidad en España... De ahí que haya que buscar otros cirtuitos donde no te obliguen a estar compitiendo: ahí entran los museos, las galerías... Y por supuesto internet, que es un canal más a día de hoy y hay que tenerlo en cuenta, y está muy bien además, porque si este tipo de películas de las que hablamos casi ni pueden verse ya en las salas de Madrid, imagínate si vives en Palencia... El modelo está cambiando, y muy rápido.

-¿Qué piensa cuando algunos hablan de nuevo cine andaluz?

-Si no creo que haya un cine español, tampoco pienso que haya un cine andaluz. Yo creo en la diversidad. Coincidí en la facultad [de Comunicación Audiovisual de Sevilla] con Santi Amodeo, Alberto Rodríguez, Chus Ponce, Dani Cuberta, Dani de Zayas... Gente con un montón de talento, y está también Chiqui Carabante, y gente como [el director de fotografía] Álex Catalán, que rueda con unos y con otros porque comparten inquietudes y bares, y me parece que eso está muy bien, que de ahí salen cosas, y lo que hacen todos ellos me interesa realmente mucho. Pero ¿qué tiene que ver 12+1 con Grupo 7? Nada, ¿no? Yo nunca veo el cine en esa clave...

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