Crítica 'Mortadelo y Filemón contra Jimmy El Cachondo'

Elogio del trompazo digital

Mortadelo y Filemón contra Jimmy El Cachondo. Animación, España, 2014, 90 min. Dirección: Javier Fesser. Guión: Javier Fesser, Cristóbal Ruiz, Claro García. Música: Rafael Arnau. Con las voces de: Janfri Topera, Karra Elejalde, Emilio Gavira, Mariano Venancio.

Siempre dijimos por aquí que, ya desde sus primeros cortos y El Milagro de P. Tinto, el cine de Fesser parecía estar reclamando contra natura las formas y modos del dibujo animado, del cartoon estirado hasta el máximo dentro de los límites de la puesta en escena de la imagen real de carne y hueso.

Parece que con esta tercera entrega en largo de las aventuras de Mortadelo y Filemón esa tensión ya se ha resuelto del todo y de forma brillante, abrazando la animación digital, tridimensional y fotorrealista como marco estético de plenitud para seguir ahondando en la esencia elástica y catastrofista del universo de Ibáñez con absoluta libertad de movimientos y cancha libre para esa celebración del exceso que fue siempre marca y objetivo de la casa.

Con un prólogo hi-tech de despiste que sólo puede entenderse como guiño autoconsciente y regalo a un público juvenil ajeno a los personajes, esta entrega nos devuelve pronto al mundo urbano del barrio y la caspa ibérica en el que nuestros héroes de la TIA se mueven como peces fuera del agua, siempre a golpes y trompazos, rápidamente recuperados de unos para recibir los siguientes, siempre dúctiles, flexibles y maleables para hacer de la imagen digital un territorio de violencia extrema e inofensiva que rememora el espíritu salvaje de los dibujos animados de la Warner.

Generosa y genial hasta decir basta en el gag visual siempre a la fuga, no menos conseguida en el apartado sonoro, sobre todo en las voces, acentos y expresiones para sus protagonistas (Janfri Topera como Filemón, Karra Elejalde como Mortadelo) y gloriosos secundarios, la película de Fesser recrea y recupera personajes y situaciones memorables en un medido guión que, ajustado a las necesidades de aventura espectacular que reclaman los tiempos, no se deja por el camino las esencias del original, en un producto trepidante e hilarante al que tan sólo habría que objetarle su desbordante cantidad de detalles, gags y chistes secretos que terminamos perdiéndonos por culpa de la acumulación.

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