Crítica 'El nuevo nuevo testamento'

Dioses de andar por casa

el nuevo nuevo testamento. Comedia, Bélgica, 2015, 113 min. Dirección: Jaco Van Dormael. Guión: Thomas Gunzig, J.V. Dormael. Fotografía: Christophe Beaucarne. Intérpretes: Benoît Poelvoorde, Yolande Moreau, Catherine Deneuve, Pili Groyne, Emylie Buxin, Cyril Perrin. 

Después de la solemnidad ampulosa, cuántica y futurista de Mr. Nobody, el belga Jaco Van Dormael, quien despuntara en los primeros noventa con la celebrada y onírica Totó, el héroe, parece optar por el humor levemente sacrílego de alcance humanista para ajustar cuentas con la religión, el mundo contemporáneo y su deriva individualista en esta fábula que especula con la existencia de un Dios terrenal y cabreado (Benoît Poelvoorde sin afeitar y en bata) dispuesto a maltratar a la humanidad para calmar su eterno aburrimiento.

La apuesta surreal e iconoclasta se salda con el habitual énfasis visual y la narrativa fragmentada próximos a la estética amèliana, aunque toque ahora dibujar un paisaje menos almibarado para dejar paso a un relato juguetón que nos lleva, nuevo apóstol a nuevo apóstol, por el camino de los solitarios, los inadaptados, los raros y románticos como especies en extinción con necesidad de protección (divina).

El nuevo Nuevo Testamento tiene su gracia, tampoco demasiada, en ese primer tramo en el que un apartamento poco aireado y de decoración kitsch esconde al mismísimo y enfurruñado creador rodeado de archivadores, una esposa callada y sumisa y una hija rebelde con ganas de emancipación. El posterior viaje de la hija y sus etapas y episodios, con Catherine Deneuve intentando emular sin pudor alguno el romance simiesco de Max, mon amour, pone de manifiesto que con Van Dormael no se termina de distinguir bien del todo entre lo irreverente y lo cursi, entre lo filosófico y lo pueril, entre el cine y la publicidad en definitiva.

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