Crítica 'La delicadeza'

Comedia de exportación

La delicadeza. Comedia romántica, Francia, 2011, 108 min. Dirección y guión: Stéphane y David Foenkinos, a partir de la novela homónima del último. Fotografía: Rémy Chevrin. Música: Emilie Simon. Intérpretes: Audrey Tautou, François Damiens, Bruno Todeschini, Mélanie Bernier, Joséphine de Meaux, Pio Marmaï, Monique Chaumette, Marc Citti, Alexandre Pavloff, Vittoria Scognamiglio, Olivier Cruveiller, Ariane Ascaride, Christophe Malavoy.

Me gustó Amélie, lo siento. Lo malo es su herencia. Esta película forma parte de ella, sobre todo en su planteamiento inicial. La música con campanitas, el encuentro en el café, la boda en plan realismo poético, l'amour l'aprés midi (y con invitados en casa)... En menos de un cuarto de hora se deja toda esperanza. Pero ocurre una tragedia, aprendemos que los franceses también tienen la reciente y molesta costumbre de expresar la cercanía en el dolor pasando una y otra vez la mano por la espalda de la persona que se pretende consolar, y la película remonta un poco el vuelo. Audrey Tautou está mejor llorando. La escena del regreso al apartamento tras el funeral es buena. Y empieza una historia más convincente de lo que el principio prometía. Lo sé, lo sé... Tras la buena escena del regreso al piso viene el paseo triste de la Tautou con canción de fondo. ¡Qué se le va a hacer! El cine francés (el europeo todo) está como está. No es país para Renoir. Ni para Truffaut. Ni siquiera para Jeunet, que tras Amélie ha ido de mal (Largo domingo de noviazgo) en peor (Micmacs).

Conformémonos, por lo tanto, con lo que se nos ofrece: la relación entre la Tautou y un tipo, no menos atractivo que su gran amor perdido, sino por completo carente de atractivo. Hasta invisible para quienes trabajan con él. Pero que algo tiene que la atrae. El título, indiscreto, lo dice. Aunque la cosa empieza con poca delicatesse por parte de ella (si lo que hace la Tautou lo hiciera él, lo despedirían por acoso y abuso).

El novelista David Foenkinos -que vende por miles de ejemplares cuanto escribe- y su hermano Stéphane debutan como cineastas con esta comedia ligera, a veces hasta insoportablemente ligera, no exenta de detalles simpáticos basados, sobre todo, en las elipsis (especialmente grata a Demy, cuyo espíritu vaga junto al de Lelouch por la película sin que ninguno acabe de materializarse, sería la de la apertura de la puerta que liga la conversación en el tejado con la cena en el restaurante) o en alguna buena idea de comedia (cuando él decide no verla, aunque trabajen juntos, "para protegerse" del amor).

Las concesiones a las ventas en el extranjero -Estados Unidos sobre todo- la llevan demasiado al terreno de la postal, desde su inicio hasta la escenita en el puente con la torre Eiffel al fondo y el final con abuelita francesa y rural a la que sólo le falta Caperucita. También estira demasiado situaciones agotadas o presenta naderías con énfasis excesivo. ¡Pero eso es tan francés! Lo dicho: estrategias de seducción para extranjeros que también funcionan con los franceses. Negocio redondo.

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