Manuel Martín Cuenca. Director de cine

"Busco incomodar con los personajes, que el público se pregunte ante ellos"

  • El cineasta presenta 'El autor', una brillante adaptación de una novela de Javier Cercas con la que el almeriense logró el Premio Fipresci en Toronto

Manuel Martín Cuenca (El Ejido, Almería, 1964), fotografiado en su visita al Festival de Cine de Sevilla.

Manuel Martín Cuenca (El Ejido, Almería, 1964), fotografiado en su visita al Festival de Cine de Sevilla. / juan carlos vázquez

Tras Caníbal (2013), el cineasta Manuel Martín Cuenca se preguntaba por el sentido de su oficio, reflexionaba "sobre la necesidad de trascender, que es hermosa, espiritual, y al mismo tiempo ridícula", y encontró el vehículo para explorar esas inquietudes en las páginas de El móvil, una novela breve de Javier Cercas. "Había leído varios libros de él y me parecían maravillosos, pero nunca había pensado en adaptar uno", señala el director de Malas temporadas o La mitad de Óscar, "pero en esta obra sentí una conexión con el momento en el que estaba". En El autor, la película que se basa en ese texto, Álvaro (Javier Gutiérrez) asiste perplejo al triunfo de su mujer, Amanda (María León), como creadora de best-sellers mientras él comprueba cómo su dolorosa mediocridad le impide cumplir su sueño de dedicarse a la literatura. Para hallar su inspiración, Álvaro dedidirá utilizar a los vecinos del bloque al que se muda. La película, que se hizo con el Premio Fipresci en el Festival de Toronto y se estrena en las salas el día 17, se presenta estos días en el SEFF.

-Aunque el tono es muy distinto a Caníbal, en El autor podría existir un hilo conductor con ese largometraje. El protagonista se alimenta, para su literatura, de los demás.

-Sí, en cierto sentido; no fue una reflexión consciente, pero sí es verdad que está ahí la metáfora, que los artistas son un poco caníbales. Me interesa la relación de los creadores con su entorno. Cuando alguien deja su trabajo para dedicarse a una novela, la gente cabal lo ve como un ingenuo, piensa que se va a estrellar, hay un comprensible recelo. Los cineastas, los escritores, los que pintaban en un principio en las cuevas o los que danzaban, más tarde los bufones, son normalmente inadaptados que quieren ampliar los límites de la realidad, y a veces son denostados por su grupo, que los considera dementes, y otras veces son admirados por la sociedad. Don Quijote sería el paradigma de esto. Es un creador, un loco que enfermo de literatura quiere llevar la ficción a la realidad. El protagonista de El autor sería lo contrario, parte de la realidad para escribir.

-Esta es la tercera adaptación que hace tras llevar al cine, antes, a Lorenzo Silva (La flaqueza del bolchevique), y al cubano Humberto Arenal (Caníbal). Su cine está lleno de autores.

-Llevo tres de tres, debo decir que la leyenda negra de que los escritores no se llevan bien con los cineastas en mi caso no se cumple. Con Lorenzo Silva escribí el guión y somos amigos, a Humberto Arenal no le importó que cambiáramos completamente su historia, y Cercas nos apoyó y desde el comienzo del proyecto nos pasó el testigo, entendió que son lenguajes diferentes un libro y una película.

-Su protagonista comete actos terribles, pero al mismo tiempo resulta cercano, comprensible, para el espectador.

-Ahí habría que atribuirle el mérito al actor, a Javier, que no ha juzgado al personaje, que lo ha defendido hasta el final. Para mí, situar al espectador frente a Álvaro es como colocarlo delante de un espejo, mostrarle de lo que es capaz. En el canon convencional, el héroe actúa y nos sentimos complacidos. Por ejemplo, si un niño juega con una pelota, el balón se le escapa y va a parar delante de un coche... en nuestro idealismo seríamos capaces de reaccionar, tendríamos los reflejos y la capacidad para salvar al pequeño de ser atropellado. Yo lo que cuento es que por desgracia no siempre es así, que un día no tienes los reflejos o la capacidad. Mi personaje no hace lo que quieres que haga, no es ese modelo complaciente. En la película alternamos momentos en los que lo entiendes, te identificas, con otros en los que te preguntas por qué hace eso. Buscaba que el público se preguntara, yo pongo personajes para incomodar. El de Álvaro es complejo. Al principio lo veo como un esclavo, un esclavo del trabajo que tiene, de la relación que tiene, un esclavo de sí mismo. No se desembaraza, no se atreve a ser él mismo. Y en la película hace un viaje hacia la libertad, hacia la locura. Se libera de su mujer, de su profesor, se queda solo y cruza todas las líneas sin darse cuenta.

-Almería, Granada y Sevilla han sido, respectivamente, las localizaciones de sus tres últimas películas. Usted ofrece una mirada austera de Andalucía, muy lejos de la pincelada folclórica a la que otros cineastas recurren cuando graban por el sur.

-Eso es porque soy andaluz. Una de las escenas de la que me siento más orgulloso pertenece a La mitad de Óscar. Es un fragmento en el que no hay diálogos, en el que los personajes caminan. Hablé con los actores algo secreto de los personajes, pero grabé, digamos, la superficie física de lo que estaba ocurriendo, esa tierra, ese viento. Alguien me preguntó: ¿Cómo ruedas ese viento? Para mí era algo familiar, es el viento que yo he conocido, el viento de Almería. Eso me ocurre con Andalucía: en Caníbal, donde evidentemente la historia de un asesino que mata a mujeres no tiene nada que ver conmigo, sale la Granada que yo viví. Cuando doy una toma por válida, cuando me parece bien el trabajo de un figurante, estoy buscando esa Andalucía que conozco y que siento.

-Tengo que preguntarle por José Luis Perales, que compone con su hijo Pablo la música del filme. ¿Cómo llegó al proyecto?

-En mis últimas películas no utilizaba música, y aquí quería como compositor a alguien atípico, a alguien que no trabajara habitualmente en el cine. Hay una escena en que el personaje de la portera [Adelfa Calvo] canta en un karaoke Se me enamora el alma, un tema que popularizó Isabel Pantoja, y el director de producción me comentó que esa canción era obra de Perales, algo que yo no sabía. Y me dije: ¿Por qué no hace él la música? Fui a mi casa y lo consulté con mi mujer, y a ella también le pareció una idea estupenda.

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