seff 2017

Aventura existencial en el Paraná

  • 'Zama', una singular e hipnótica película de la argentina Lucrecia Martel basada en una novela de culto, se presenta en la Sección Oficial con el apoyo de la productora El Deseo

Esther García y Agustín Almódovar, de la productora El Deseo, y la actriz Lola Dueñas, ayer en el SEFF.

Esther García y Agustín Almódovar, de la productora El Deseo, y la actriz Lola Dueñas, ayer en el SEFF. / juan carlos vázquez

De tanto esperar, de tanto anhelar no se sabe exactamente qué, algo más, tal vez, otra cosa, eso seguro, a don Diego de Zama, oscuro funcionario de la Corona española destinado en un remoto y polvoriento rincón del Imperio ya declinante, allá en el Paraguay de finales del XVIII, le acaba asaltando ese terror íntimo pero universal que consiste en sospechar -como cantaba Rafael Berrio en aquella preciosa joya- que uno ha vivido su vida como si ésta fuera un simulacro, como si tuviera el don de vivir por él dos veces, de haber dejado a un lado la que importa en prenda de una vez futura. Y ahí tenemos a Zama, perdido, turbio y con el deseo encendido, esperando una carta, la que se supone que lo va a sacar de ese atolladero y lo va a llevar de vuelta a su añorada Argentina, pero la carta se resiste, y se resiste, y se resiste, y mientras tanto se empeña en seguir ejerciendo de sí mismo, de una versión de sí mismo en la que ni él cree ya, y los demás tampoco, a tenor del poco respeto que le guardan.

Grosso modo, porque se trata de una historia en la que no importa tanto lo que ocurre sino cómo ocurre y cómo se procesa, esto cuenta en Zama el escritor argentino Antonio Di Benedetto, uno de esos autores que conviven con el apellido de culto. Se trata de una novela compleja, en la que se superponen capas y temas -desde la ruina y la decadencia moral del Imperio español, o de cualquier tipo de poder; a una honda exploración de la existencia humana como aquello abocado, más que a resistir o a avanzar con un fin claro y permanente, a adaptarse, a doblarse sin romperse, a dejarse llevar- y que, además, es de esas obras que suelen definirse como puramente literarias, en este caso en forma de febril y metafísico soliloquio a priori de difícil o imposible traslación a un medio distinto al de la alquimia verbal. Y aquí aparece la argentina Lucrecia Martel, dueña de una de las miradas más personales e hipnóticas del cine actual en español, haciendo un viaje en barco por el río Paraná junto a dos amigas, y leyendo un libro que tenía pendiente y para el que no había encontrado hasta entonces el momento adecuado: Zama...

"Hoy este cine lo tiene difícil; todo ha de ser inmediato o popular", dice Agustín Almodóvar"Es una obra maestra", dice la española Lola Dueñas, que participa en la producción

Más de diez años después de aquella epifanía, tras una laboriosa producción en la que ha participado la productora El Deseo, Zama, la película, se presentó ayer en la Sección Oficial del SEFF. "Tenemos un idilio con Lucrecia desde que vimos La ciénaga [su primer largo, de 2001], con ese mundo visual y sonoro tan original. Desde entonces quisimos apoyarla en las siguientes, La niña santa (2004), La mujer rubia (2008) y ahora ésta. Claro que hay que hacer un esfuerzo, hoy este cine tan singular lo tiene difícil porque todo parece que tiene que ser inmediato o popular, pero una artista tan brillante merecía salir del ámbito estrictamente argentino", contaba ayer Agustín Almodóvar, que, en ausencia de Martel, defendió la película junto a la también productora de El Deseo Esther García y a la actriz Lola Dueñas, que forma parte del reparto de la película, protagonizada por un estupendo Daniel Giménez Cacho que con su sola mirada y su rostro ascético da ya cuenta del progresivo deterioro espiritual de su personaje. Lo cierto es que los tres tuvieron dificultades para explicar una película que, pese a su gran carga reflexiva, invita ciertamente más a sentirla que a describirla. García, por ejemplo, tuvo una "sensación de impenetrabilidad" después de verla por primera vez. "Ojalá la inteligencia y la palabra de Lucrecia me hubiera poseído durante la noche para poder hablar de Zama, pero no es tan fácil", dijo Dueñas, que interpreta a la mujer del gobernador local, que se entretiene con Zama sometiéndolo a arbitrariedades y humillaciones mientras el pobre funcionario colonial arde por su esposa.

"Es una obra maestra", dijo la actriz española, que citó a Martel al definir la película como una historia que habla de la identidad, "pero no tanto de quién es uno, como de quién no es", precisó. Por esa grieta se deslizará Zama, en un movimiento desesperado y trascendental. Tras una primera hora y media de numerosas elipsis, tempo lento y atmósferas envolventes de gran potencia lírica, en el tramo final, una suerte de western abstracto y alucinado, el hombre, para ganarse el favor de sus superiores y el ansiado traslado, se lanza a capturar al peculiar malvadode la función, el criminal Vicuña Porto, una presencia casi espectral. Es, obviamente, una misión prácticamente suicida, por lo que acabará en fracaso (o no).

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