Laurel y rosas

La Batalla de La Barrosa sigue viva

La Batalla de La Barrosa, sí, de nuevo. Estos días hay que volver a hablar –y no nos cansaremos– de aquel de 5 de marzo de 1811. Lo tenemos que hacer, más allá de que todavía es una batalla sobre la que no se ha escrito la última palabra, porque la Asociación Pro Fundación Batalla de La Barrosa insiste en que no la olvidemos, en que sigamos investigándola, difundiéndola como “una batalla de honor y de valentía”, tal como la describió Louis François Lejeune, el pintor de batallas de las guerras napoleónicas, y autor del gran lienzo que en el Palacio de Versalles representa la imagen más icónica de aquel 5 de marzo. A ese cuadro acudió José Antonio Ureba para crear un extraordinario relato, que, desde la ficción literaria, muestra la batalla en toda su crudeza y, me atrevería a decir, exhibe también el sino de las guerras napoleónicas, aún más: el propio drama de la guerra. Ese es el poder, singular, de la gran literatura: su capacidad para decirnos “todo” con muy pocas palabras, de sugerir y de interpretar.

El relato de José A. Ureba acaba de ser publicado cono libro: “Jean Philippe Lasserre, oficial de infantería”, por la propia Asociación Pro Fundación. “El personaje que protagoniza la narración, el oficial francés Jean Philippe Lasserre, emerge del cuadro al mismo tiempo que de la explosiva y lúcida imaginación de José Antonio, para contarnos y darnos fe de la terrible y cruenta tragedia que se desarrolla en la loma del Puerco”, describe Pepe Mier, presidente de la Asociación, en el prólogo. Lasserre es, como afirma el propio Ureba, “ficticio, inventado y literario”, pero también uno de los más de dos mil franceses que resultaron muertos o heridos en la contienda. En este caso, finalmente fallecido. Tal como lo retrata Lejeune.

“Del cuadro de Louis François Lejeune «Bataille de Chiclana. 5 Mars 1811», siempre me llamó la atención un personaje –explica el propio José A. Ureba–. Está situado en la parte inferior, casi en el centro de todo el episodio en que se representa el combate a bayoneta entre la infantería francesa y los aliados, justo por delante de un pequeño destacamento de granaderos”. De él recrea Ureba toda una vida justo en el momento de su muerte: “Este personaje anónimo ocupa un espacio relativamente amplio y destacado dentro del cuadro –prosigue–. Ha sido herido, se lleva la mano derecha al corazón y está a punto de caer al suelo. La soledad con la que se enfrenta a su muerte inminente le confiere un protagonismo y un dramatismo especiales que siempre me fascinaron”.

La razón, nos la deja clara: “Entre su cuerpo y su fusil dibujan una especie de X. Siempre imaginé (intuí, sin ningún fundamento) que el pintor quería marcar ese lugar, o ese personaje de alguna manera, tal vez porque quería decir o señalar algo especial: un drama personal dentro de una historia general. Cuanto más miraba el cuadro, más me llevaban mis ojos a ese punto concreto y a esa historia que el pintor parece señalar o insinuar”. A partir de aquí, surge el poder de la literatura. Un texto que la Asociación Pro Fundación Batalla de La Barrosa ha querido, además, “arropar con la mayor dignidad y ternura” con una estupenda edición en la que, también, participa el profesor Juan Torrejón Chaves con una perfil biográfico de Louis François Lejeune o el pintor José Luis Díaz de la Torre con un análisis del cuadro “Batalla de Chiclana. 5 de marzo de 1811”. He tenido el honor de contribuir en el mismo, a modo de introducción, exponiendo las referencias a Chiclana que Lejeune hace en sus “Memorias”, escritas entre 1843 y 1845, aunque no aparecieron impresas hasta 1851.

Pepe Mier afirma que “uno de los fines que noblemente” persigue la Asociación es que la ciudadanía encuentre más conocimiento y más compresión acerca de lo que significó aquella Batalla, más importante de lo que se piensa, más desconocida de lo que se supone. Por ello, la Asociación no puede, tampoco, dejar de reconocer a quienes durante las últimas décadas han aportado investigación y dedicación a la memoria de la Batalla. De ahí nació la idea de instaurar un galardón, la Estrella de Plata de la Batalla de La Barrosa, que en realidad es un agradecimiento a quienes han hecho suyo el recuerdo de la Batalla.

Este año –esta misma semana– recibió la II Estrella de Plata Pedro A. Quiñones Grimaldi, quien ha revivido una y otra vez la Batalla con verdadera pasión histórica, pero también con arrebato de chiclanero siempre preocupado por nuestro legado. Ya en 2004 publicó, junto a Miguel Aragón Fontenla, “La Batalla de Chiclana, 5 de marzo de 1811”, y en 2011 participó con capítulo imprescindible en el libro en el que el profesor Fernando Durán reunió estudios y testimonios con motivo del Bicentenario.

En el acto de entrega, en el Centro de Interpretación del Vino y la Sal, Quiñones compartió el pasado jueves lo que siempre ha intentado aportar: recuperar la visión de la batalla desde el punto de vista español, oprimido, reducido, limitado por la dualidad anglo-francesa. “En la batalla de Chiclana el arrojo y el éxito de Graham es siempre casi el único episodio conocido y alabado de la contienda, mas lo cierto es que hubo unas órdenes claras y concretas para conseguir un propósito, conectar Cádiz con Chiclana por Sancti Petri. Y este objetivo lo consiguieron las tropas españolas al mando del general Lardizábal, quien atacó a Villate, lo puso en fuga y abrió el camino a Cádiz”, proclamó.

“Luego, lo que hizo Graham, que es lo más conocido aquí y lo único en Inglaterra –continuó–, con valor y desobedeciendo las órdenes provocó más de mil bajas en sus filas, y puso en fuga al enemigo, convirtiéndola en una de las más sangrientas y que más honores le proporcionó. […] No olvidemos que el gran error que los ingleses achacaban a los españoles a lo largo de toda esta guerra fue exponerse a dar batallas campales de forma temeraria y harto improvisadas, que es justo lo que hizo Graham en La Barrosa, en su personalísima Peninsular War”. Eso es, la batalla sigue viva.

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