El importante cambio que ha experimentado Chiclana en las últimas décadas, tanto desde el punto de vista urbanístico y residencial, como desde el prisma de la población con la que cuenta y los visitantes que acoge en época estival, se refleja, entre otros indicadores, en la evolución que ha sufrido el tráfico y la afluencia de vehículos en algunas de sus zonas más concurridas, como son las vías que unen el núcleo urbano y las carreteras de circunvalación con el extrarradio y la zona de la costa.

Y un ejemplo de ello son la carretera de Las Lagunas, que en su tramo más cercano al centro de salud de Los Gallos es conocida como de la Rana Verde, y la del Molino Viejo, dos vías que en algunos aspectos siguen viéndose como carreteras prácticamente interurbanas, ya que hace unas décadas se utilizaban para ir del pueblo a la playa, pero que en otros muchos aspectos se presentan ya como vías urbanas, por la densidad de población y residenciales que albergan y por los servicios y equipamientos que acogen.

Y es en esta realidad actual, a caballo aún entre carretera y calle, en la que prácticamente a diario dichas vías se ven afectadas por innumerables problemas de circulación y situaciones de riesgo para conductores y peatones, motivadas muchas por las condiciones que aún presentan en algunos de sus tramos, con canalizaciones de grandes dimensiones en sus arcenes, muretes de gran porte en las entradas y salidas de las calles, obstáculos en mitad de la calzada como el pino que existe en la Rana Verde, etc. Asimismo, la presencia también de numerosas entradas y salidas de calles residenciales que desembocan en estas grandes avenidas provocan además situaciones en el tráfico que aumentan la peligrosidad de unas vías en las que, a menudo, la velocidad a la que se circula excede en mucho de lo que sería aconsejable para este tipo de calles.

Las nuevas rotondas proyectadas, eliminar elementos peligrosos y un cambio en la tipología de estas vías, medidas necesarias a corto plazo

Y resultado de todo ello son los innumerables accidentes, colisiones, salidas de vía y atropellos que cada vez con mayor frecuencia se vienen produciendo en estas zonas, unos sucesos que en los últimos siete meses se han cobrado la vida de tres personas, dos en la carretera de la Rana Verde (el último esta misma semana) y una en el Molino Viejo, así como numerosos heridos en los últimos años.

Sin duda, la elevada afluencia de vehículos y visitantes que se suman durante el verano a la ya de por sí numerosa población local hacen necesario un replanteo de la ordenación de estas zonas, una actuación ampliamente demandada por vecinos y usuarios y en la que desde el Consistorio se viene trabajando desde hace años pero que se antoja ya aún más urgente de lo que marcan los plazos actuales.

En esta línea, cabe recordar que actualmente está sobre la mesa un proyecto de conversión de la carretera del Molino Viejo en avenida urbana, una iniciativa que estaba previsto financiarse con los fondos de Ciudad Amable y que la Junta tiene paralizado debido a diversas consideraciones administrativas tras el cambio de gobierno. Asimismo, precisamente en el pleno que se celebra hoy también se debatirá sobre el expediente de expropiación de diversas zonas para la construcción de cuatro nuevas rotondas en ambas vías, una actuación que, si todo sale según lo previsto, podría ejecutarse en los próximos meses.

Pero seguramente todo ello no será suficiente, además de una necesaria reurbanización de ambas zonas con la instalación de acerados y accesos más seguros o un cambio en la consideración en cuanto al tipo de vías, si conductores y peatones no se conciencian también de la peligrosidad que presentan unas carreteras en las que cada vez con mayor frecuencia hay que lamentar sucesos de extremada gravedad y que, en algunos de los casos, podrían evitarse con un cambio en la forma de circular por las mismas.