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Cultura

El Museo de Chiclana acoge desde hoy la exposición temporal ‘Iconos. La quietud del tiempo'

  • La muestra reúne pinturas de Grecia, Polonia, Rumanía, Rusia, Líbano, Etiopía y Armenia del siglo XVIII al XX

Pepa Vela y Jesús Romero junto a algunas piezas expuestas.

Pepa Vela y Jesús Romero junto a algunas piezas expuestas. / D. C. (Chiclana)

La delegada municipal de Cultura, Pepa Vela, y el director del Museo de Chiclana, Jesús Romero, han inaugurado la nueva exposición temporal del Museo, ‘Iconos. La quietud del tiempo’, que estará abierta al público hasta el próximo 10 de enero. “Esta muestra ofrece al público una ocasión única de contemplar más de centenar de piezas originales, que recorren el tiempo, (del siglo XVIII al XX), y que hablan también del espacio, de tierras remotas y de tradiciones que aún resultan extrañas, incluso exóticas”, ha explicado la delegada, que también ha invitado a toda la ciudadanía a acudir a estas instalaciones para disfrutar de las piezas expuestas.

La muestra reúne obras de Grecia, Polonia, Rumanía, Rusia, Líbano, Etiopía, Armenia... Incluso obras que, dentro de los cánones y la teología de las iglesias de Oriente, han realizado, en fechas más cercanas, personas del entorno de la ciudad, como el sacerdote Rafael Romero o el escultor e imaginero Alfonso Berraquero.

“Se trata de bellas pinturas al temple sobre tabla o bajo cristal, esmaltes... A veces, con rizzas elaboradísimas de metal, de bronce, cobre, plata o estaño, repujadas y cinceladas; otras con bellos marcos a modo de vitrinas protectoras. Trípticos, polípticos, pequeños y delicados iconos de viaje, etc. Cosas poco vistas por estas latitudes. Y en unas fechas, las del Adviento y la Navidad, que tienen mucho que ver con la justificación teológica de la existencia misma de los iconos”, ha señalado la delegada del Cultura.

Por su lado, Jesús Romero ha explicado que “aunque usual en otras latitudes, aquí resultan extrañas estas obras a medio camino entre el arte y la artesanía. Y no sólo resultan extrañas por lo que de extranjeras aquí pudieran tener. Hay otra extranjería también: la del tiempo. Parecen no sólo de otro lugar, sino de otra época. Como si se hubiese detenido el devenir del arte religioso en esas tierras más o menos remotas en un momento de nuestro Medievo, quizá allá por 1054, cuando el esplendor Bizantino y el Románico aquí. Así pues, se muestran herencias de la antigua Roma que no resulta difícil rastrear en los iconos”.

 

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