Chiclana

Guate Teatro pone en escena una muy fiel adaptación del Don Juan Tenorio de José Zorilla

  • La obra logra seducir a un público que casi llenó el patio de butacas del Teatro Moderno

El teatro clásico, el teatro andaluz, se hizo un hueco en la programación de la Casa de Cultura en la noche del sábado, con la puesta en escena de una de las obras más representativas del Romanticismo, el don Juan Tenorio de José Zorrilla, pieza inmortal, archiconocida, tradicionalmente representada a principios de noviembre.

La compañía sevillana Guate Teatro realiza un trabajo que descansa en la fidelidad del texto del autor vallisoletano, con hasta trece personajes en escena, con una primera parte dividida en cuatro actos y una segunda en tres. Ambas se desarrollan en una noche cada una, con una diferencia de cinco años.

El argumento es de sobra conocido: don Juan, amante de las conquistas femeninas y del juego, personaje de poca ética y ningún reparo a la hora de zanjar diferencias con la espada, apuesta con un rival, don Luis Mejía, que es capaz de quitarle a su futura esposa y de conquistar a una novicia, doña Inés. Tras hacerlo, mata a Mejía y al padre de doña Inés y ha de huir a Italia.

Cinco años después retorna a la ciudad de Sevilla y conoce que doña Inés murió de amor; se inicia aquí la parte de ultratumba de la obra, con el anuncio por parte del espíritu del padre de doña Inés a don Juan de que le queda un día de vida y que debe arrepentirse, algo que también hace, por lo que sube al cielo con doña Inés.

La pieza, escrita en 1844, versiona el personaje de don Juan, dentro de una concepción romántica que se refleja en numerosos aspectos: amor imposible y desbordado; predominio del sentimiento sobre la razón; final trágico; misterio; naturaleza dinámica...

El lenguaje escénico, de especial importancia en la obra, es sobrio, básico en muchos momentos.

Sobresale, no obstante, el juego de sombras de la parte final, cuando don Juan presencia su propio entierro.

La acción discurre en pleno Renacimiento, en los años finales del reinado de Carlos I (1616-56), en la Sevilla que es casi centro del mundo, de gran prestigio cultural y económico, baste solo decir que el particular modo de hablar andaluz era altamente estimado y muy difundido (por América o Canarias, por ejemplo, lugares de destino de miles de andaluces tras las conquistas, en 1992 y 1996). Un modo de hablar que reproduce la obra, al ser los actores andaluces, y que la dota de una aportación más de fidelidad.

La obra tuvo una excelente aceptación por parte del público, que prácticamente llenó el patio de butacas del Teatro Moderno y que premió el trabajo de los artistas con una gran ovación.

Una puesta en escena que, sin lugar a dudas, da buena cuenta del excelente nivel del teatro andaluz y de las ganas del público, también del chiclanero, de asomarse y disfrutar de un género que mantiene vivas piezas de la importancia y de la tradición cultural del propio don Juan Tenorio.

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