Jerez

Dos carrozas y muchos niños

  • Los irreductibles de la fiesta de Don Carnal llenan junto a los pequeños las filas de una cabalgata que contó con dos carrozas, una banda de cornetas y tambores y una charanga

Niños lanzan papelillos y serpentinas nada más salir de la calle Muro.

Niños lanzan papelillos y serpentinas nada más salir de la calle Muro. / Vanesa Lobo

A Jerez le gusta estar en todos los saraos. Y el Carnaval es uno más. Los carnavaleros jerezanos son como los irreductibles galos de Astérix y Obélix rodeados por cuatro guarniciones romanas. Ellos, así pasen brisas o huracanes, aguantan. Nadie les va a quitar el 'bicho' del cuerpo. Que no es otro que salir un día y cantar coplillas tras haberse gastado mente y cartera para pagarse un disfraz digno. Y esos irreductibles lo hacen porque lo llevan en los genes. Hay que reconocer que ser carnavalero en Jerez es complicado, pero ellos lo consiguen.

Las cifras de la Cabalgata del Carnaval de Jerez son patéticas. A qué engañarse: dos carrozas, una banda de cornetas y tambores (la de la Clemencia por cierto) y una charanga de categoría. Entre medias, las cinco agrupaciones que pare la ciudad. Cuatro chirigotas y un comparsa: a saber, 'Al amparo de la noche' de los veteranos de la peña 'Mencanta Jeré'; la comparsa 'Déjate de Milongas', con su tipo de diablos enchaquetados, así como las chirigotas 'Mister Yerro', 'Los del Var' y los 'Narcos de la Frontera'.

Contó la Cabalgata del Carnaval con dos carrozas. La primera de ellas era la esencia misma del Carnaval, presidida por una máscara y repleta de críos arrojando confeti. Tras ella se instalaron las agrupaciones referidas y, un poco más atrás, la segunda carroza, en la cual la efigie de un caballo disfrazado se erigía en presidencia enmascarada. Encima de la misma, más niños.

Y es que vista la Cabalgata del Carnaval de Jerez tan sólo hay que asumir, de una vez por todas, que el Carnaval de Jerez es una fiesta para niños. Son ellos, los 'enanos' los que se disfrazan de todo tipo de personajes. Los mayores, simple y llanamente los acompañan. Los jóvenes, esos que hacen colas en la estación para disfrutar de Cádiz, ni aparecen. A este respecto Jerez debería hacer una de estas tres cosas: o nos olvidamos del Carnaval de una vez por todas, o volvemos a la esencia del Carnaval de bailes de salón o nos intentamos algo realmente nuevo.

Lo cierto es que quienes formaron parte de la comitiva disfrutaron enormemente. Sobre todo los niños porque, quiérase o no, el de Jerez sigue siendo el Carnaval de los pequeños, los mismos que cuando crecen se marchan a Cádiz a pasarlo bien.

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