Carnaval

El viento de levante se lleva de Cádiz las últimas coplas de los Carnavales

  • Coros, agrupaciones del concurso oficial del Teatro Falla y las 'ilegales' volvieron a llenar las calles, donde miles de personas se dieron cita para vivir el último día de la fiesta

Cádiz vivió ayer el último día oficial de los Carnavales de 2008, un Domingo de Piñata caracterizado por las miles de personas que llenaron las calles del casco antiguo, las últimas coplas de coros, chirigotas, comparsas, cuartetos y agrupaciones callejeras, varios pasacalles y fiestas infantiles y un fuerte viento de levante del que, salvo en algunas bocacalles y plazas, la ciudad histórica demostró seguir perfectamente protegida. Las calles gaditanas volvieron a llenarse de gaditanos y forasteros en una jornada en la que tampoco faltaron las celebraciones gastronómicas organizadas por peñas o asociaciones de vecinos.

El menú del día no era precisamente desdeñable: mejillones beduinos como aperitivo en la calle Mirabrás, gentileza de la asociación de vecinos María Auxiliadora; berza popular de primer plato en La Negrita, organizada por la asociación de vecinos Murallas de San Carlos, y de segundo el frito gaditano de la peña La Estrella, en la plaza de Candelaria. Estas citas gastronómicas lograron, como todos los años, captar la atención de cientos de personas que, ávidas de almorzar de gañote, no dudaban en guardar educada cola, salvo por los caras de siempre, para hacerse con algunas viandas. Así sucedía por ejemplo, sobre la una y media, en Candelaria, donde la cola desde las inmediaciones de la peña La Estrella atravesaba la plaza hasta llegar a la confluencia de las calles Sacramento y Obispo Urquinaona. Con paciencia se podía conseguir un cartucho de pescaíto frito variado (cazón, pescadilla, croquetas, chocos o chipirones), pan, un apetitoso vasito con pimientos asados y cerveza fresquita.

No faltó, pues, la comida, en las calles de la ciudad ni, por supuesto, las coplas. Candelaria fue, como el primer fin de semana, uno de los dos centros neurálgicos de los carruseles de coros. Poco antes de las dos de la tarde ya cantaba en la esquina con Montañés el coro de La Viña, 'Lo que yo te diga', al que seguía 'Menos humos', el juvenil 'Los guardianes', 'Llegan los ilusionistas', 'El periquitúliqui' 'Los del portal de Jerez' o 'Papelandia'. Durante unos minutos actuó también en Candelaria el coro del Cañón, 'La orquesta Cádiz', que recogió así el primer premio del concurso Tío de la Tiza, de la peña La Estrella. Lo hizo, sobre la prestada batea del coro de Martínez Mora, antes de encaminarse a su particular pasacalles que arrancó en San Juan de Dios, donde también cantó la antología del coro de Nandi Migueles. El otro coro que ofrece su repertorio ajeno a los recorridos oficiales, el de Luis Frade, cantaba al filo de las cuatro de la tarde entre Sacramento y la bajada hacia el mercado de abastos por Alcalá Galiano.

El coro de Fali Pastrana y Quico Zamora, por cierto, descubrió en la plazuela del Cañón una placa en conmemoración de los diez años de vida del grupo.

El otro punto de partida del carrusel de coros, la plaza de Mina, ofrecía un aspecto más desahogado que Candelaria. A ello contribuía la mayor amplitud de la plaza y la ausencia de concentraciones gastronómicas, más allá de los bocadillos de procedencia casera con la que muchos callaron la necesidad, porque de saciar el hambre de coplas se encargaron los coros, como 'Dios los juntó y no veas la que lio', 'Con faldas y a lo loco', 'Coro la Catedral' o 'Qué bahío'. No eran los únicos. La animosa chirigota 'Los de la carpa' cantaba su repertorio en la fachada del Museo de Cádiz, mientras por la plaza transitaba el actor Pepón Nieto, que era requerido para hacerse fotos.

Las agrupaciones callejeras y otras oficiales desplegaban mientras sus voces, cansadas después de una semana de fiestas, por todas las calles posibles, como Ancha, San Agustín o la plaza de las Flores. También en la Torre Tavira, en las puertas del Conservatorio, cantaba la comparsa femenina de Sevilla, 'Mujeres'. No faltaron puestos ambulantes, música enlatada, barras en las puertas de los bares o el intento de sacar un dinerito con lo que sea, como un cartel sobre una mesita que en la calle Pelota anunciaba, como si se tratara de un cuarteto antiguo, un negocio digno de 'Pito-risas': "Se lee el tarot y las manos, en español, inglés e italiano".

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