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Carnaval

Ese maravilloso instrumento

  • Mantener la voz perfecta durante el Concurso es la obsesión de los competidores. Octavillas y contraltos son los que más se cuida. Los expertos aconsejan ante todo remedios naturales

Existen pocos instrumentos musicales tan perfectos como la laringe humana, cuyas cuerdas encierran tanta armonía como el stradivarius mejor afinado. Pero, ¿hay algún remedio milagroso contra la afonía? ¿alguna fórmula mágica que garantice su perfecto funcionamiento? En el Carnaval de Cádiz, que dicen es la voz del pueblo, el pueblo debe cuidar su garganta para cantar sus críticas. Y debe hacerlo durante un mes, que es lo que viene a durar el Concurso de Agrupaciones. Algunos tienen la suerte -o la desgracia- de pasar más desapercibidos, de poder esconder sus limitaciones vocales entre un grupo poderoso, pero otros, ay de esos otros... los octavillas, los contraltos, las voces más expuestas, las que no tienen escapatoria. Cantantes con una tesitura especialísima, con un oído privilegiado -en la mayoría de los casos- y que se encuentran solos ante el peligro en muchas partes del repertorio. Teniendo en cuenta que son, si se permite el símil, los delanteros centros de las agrupaciones, sus cuidados son los más exagerados, aunque la seriedad de este Concurso hace que un número altísimo de participantes mime sus cuerdas vocales con exageración desde que prácticamente arrancan los ensayos allá por el mes de septiembre.

Para aquellos que empiezan, o no tengan claro cómo mejorar sus prestaciones, Diario del Carnaval ha hablado con expertos en la materia, entre ellos el doctor Juan Bartual Pastor, catedrático de Otorrinolaringología de la Universidad de Cádiz. El primer consejo de este médico, una eminencia en la materia y que ha tratado, entre otras grandes figuras de la canción, a la mismísima Rocío Jurado, es casi una orden. "Lo primero que tienen que hacer los carnavaleros es no beber la barbaridad que beben ni fumar la barbaridad que fuman. Después, no cantar con esa intensidad, con ese esfuerzo tan grande, porque irritan la laringe". Y continúa: "Deben evitar sudar y colocarse en corrientes de aire, porque con eso provocan resfriados impresionantes que les pueden dejar muy mermados de la voz durante semanas".

Hace algunos años, el doctor Bartual creó un brebaje a base de productos balsámicos y mucolíticos (sobre todo mentol), que entregó a farmacéuticos de la ciudad, incluido Kiko Zamora, corista de renombre que lo proporciona a los componentes de su agrupación en los duros domingos de carrusel. "Son unas pulverizaciones que, efectivamente, alivian la irritación de la garganta, aunque no se puede abusar". Y cuenta una anécdota. "Una vez, un componente de una agrupación pidió la fórmula en una farmacia y se bebió un vaso. Evidentemente, el preparado le provocó unas diarreas impresionantes".

Bartual también confía en los remedios tradicionales, como la miel con limón, y lo razona. "El limón, además de contener vitamina C, es un ácido, por lo que aumenta la secreción salivar, que evita la sequedad en la garganta. La miel, por su parte, suaviza de manera fenomenal". Eso sí, advierte que hay que tomarlo caliente o por lo menos templado para que surta efecto.

Para el catedrático de la UCA, el problema de mucha gente del Carnaval es que "cantar es un arte y para hacerlo bien hay que tener una buena técnica, no se necesita gritar mucho. Además, hay que conocer los registros propios, porque hay algunos con una voz de barítono impresionante que se empeñan en cantar en tenor, y eso acaba pasando factura porque se destroza la laringe".

Kiko Zamora, licenciado en Farmacia y autor carnavalesco, tiene claro cuál es el principal enemigo de la garganta. "La carpa. Allí se bebe, se fuma, la música está alta y hay que estar toda la noche gritando. Yo se lo digo a la gente de mi coro. Si se quiere estar bien de la voz, no se puede ir a la Carpa".

Los propios grupos carnavalescos tienen otros trucos. Por ejemplo, es una práctica habitual entre los coros bajar medio o incluso un tono todo su repertorio para interpretarlo en la batea durante los carruseles. Hay que darse cuenta que estas agrupaciones pueden llevarse hasta siete horas seguidas sobre la carroza, cantando cientos de tangos y cuplés que, al tono del teatro, sería imposible ejecutar salvo para las gargantas más privilegiadas.

Otra práctica habitual hace unos años, sobre todo en la modalidad más exigente, la de comparsas, y que últimamente está en declive una vez sabida su peligrosidad, es la de recurrir a medicamentos de la familia de los corticosteroides como el Trigón Depot. Los corticoides son fármacos ampliamente utilizados en diversas patologías debido a su potente efecto antiinflamatorio, aunque existe un riesgo, muy pequeño ciertamente (0,3 por ciento), de sufrir un shock anafiláctico tras su administración.

Otro producto que tiene bastantes adeptos es el Urbasón, también de la familia de los corticosteroides. Se presenta como ampollas inyectables o cápsulas y, al igual que el Trigón, también puede tener efectos secundarios bastante adversos.

Hace años, algunos componentes de agrupaciones le tenían mucha fe a unos comprimidos de corticoides llamados Triniol y que fueron retirados del mercado en el año 1994.

Actualmente, los componentes de las agrupaciones parecen haberle cogido más respeto a este tipo de medicamentos y confían en remedios más naturales.

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