Pinturas de guerra

Respeta, Juan Carlos

¿SAbes, coplero? Aunque tú seguro que lo sabes, tú que todo lo sabes, hasta de mares en los que nunca navegaste, hasta de batallas en las que nunca peleaste. Seguro que sabes de la ira, coplero, esa especie de electricidad que te recorre el cuerpo de arriba abajo, que te pincha en el estómago y que te deja un agujero que se llena de rabia y más rabia. Seguro que sabes a qué sabe la sangre, ¿verdad, coplero? La que brota de tu labio cuando tú mismo lo muerdes, la que brota de tu mano cerrada en un puño y marcada por tus uñas. Impotencia se llama, coplero. Yo también la he sentido, la siento cada día por las cosas que importan porque, no sé si lo sabes coplero (qué osada, cómo dudar de ti), pero la vida es otra cosa.

La vida, la de verdad, la lucha obrera, la de verdad, el drama de unas familias, de verdad, no son sólo vetas de oro con las que esculpir un pasodoble, (un pasodoble de oro, claro, cómo sólo tú puedes escribirlo), no son sólo material sensible para arrancar un aplauso y, de paso, unos puntitos de un jurado. Y también. Que aquí todos conocemos las reglas del juego. Del juego, coplero, del Concurso, coplero, en el que estamos, tú y yo, cada uno a nuestra manera, acertando y equivocándonos, sufriendo y disfrutando. Tú, supongo, que poniendo talento y corazón. Yo arrancándome a tiras la piel de aficionada para sacar la profesión que elegí estudiar. Pero ojo con la vida, coplero, que la vida es otra cosa. Ojo con los problemas reales, de familias reales, del pan que entra en casa y ha dejado de entrar, del trabajo de toda una vida realizado con tesón y, en la mayoría de los casos, en condiciones precarias. Ojo, coplero, que estás hablando de mis compañeros. Y por ahí, no paso.

Por eso, coplero, te pido, te exijo respeto. Por eso no me dirijo a ti como periodista que en febrero cultiva un género periodístico, la crítica (si quieres te paso bibliografía y cuando te la prepares hablamos). Por eso, coplero, te pido, te exijo respeto como representante de los trabajadores de Diario de Cádiz, como miembro de su Comité, como una persona que, junto con cuatro compañeros más y apoyados por toda la plantilla, ha vivido en primera línea de fuego una batalla donde 15 profesionales y 15 familias han salido lastimadas. Por eso, como tú, también sé de la impotencia, de la injusticia, de darte chocazos contra la realidad, sé a qué sabe la sangre que brota de mi labio y tengo marcas de mis uñas en las palmas de las manos. Ojalá que todo fuera por una crítica de Carnaval. Ojalá todo fuera un Concurso y los problemas empezaran y terminaran en el Teatro Falla. La vida es otra cosa. Y, coplero, te lo digo muy en serio, si en la vida, en la lucha de verdad que lleváis adelante los maestros, necesitas la ayuda de este periódico o de este Comité, ahí estaremos. Por las cosas que importan.

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