L Un cuarto de siglo del escándalo

Movida del 86 (cajonazos y pelotazos)

  • Decepciones como la de 'Los cubatas', 'Orfebre' o 'La cueva de María Moco' coincidieron con agrupaciones míticas como 'Las momias' o el cuarteto de Rota

Pocos concursos han resultado tan polémicos, innovadores, transgresores e inolvidables como el de 1986. El último certamen que acogió el Gran Teatro Falla antes de su reforma integral ha pasado a la historia de los aficionados, que un cuarto de siglo después siguen acordándose del cajonazo por antonomasia, el de 'Los Cubatas'; de la primera chirigota que se atrevió a ridiculizar el mundo capillita, 'Los tontos de capirote'; o del primer gran éxito de una de las chirigotas más laureadas de la fiesta, la conocida popularmente como chirigota del Love, que aquel año, con la autoría de Nandi Villegas, arrasó con un concepto de humor heredero de aquellos 'Cruzados' pero con un punto más surrealista. Esas 'Momias de güetes pa gua los niños' lograron el primer premio y protagonizaron algunos de los momentos más memorables de aquel Carnaval. El 86 también fue el año del debut de otra de las agrupaciones que innovaron su modalidad: el cuarteto de Rota. Aquel 'Pero por quién puñetas doblan las campanas' aún es recordado con mucho cariño por los aficionados.

Pero vayamos por partes y centrémonos en el capítulo de decepciones. Inevitablemente, al hablar de cajonazos viene a la mente el nombre de 'Los cubatas', posiblemente una de las mejores chirigotas de la historia y que sufrió la persecución del jurado desde su estreno. Sus componentes y autores recuerdan que tras el primer pase ya notaron un ambiente raro y que los acusaban de ser una chirigota demasiado acomparsada. No obstante, 'Los cubatas' comenzaron a fraguarse el cajonazo mucho antes, en pleno verano. Cuenta la leyenda que Chico Rosado tuvo una fuerte discusión con Antonio Benítez, entonces secretario de la Federación Provincial de Peñas Gaditanas -entidad con gran poder en aquellos tiempos-, en un chiringuito de Cortadura y que casi llegan a las manos después de que Chico le gastara una broma que por lo que se ve no le hizo ninguna gracia a Benítez. Según ha comentado en numerosas ocasiones Chico Rosado, Antonio Benítez llegó a decir a los Rosado me los cargo yo. Se buscó un jurado exprofeso para ello y los dejaron fuera de la última función.

Aquella final fue un homenaje a la agrupación víctima del supuesto complot incluso por parte de sus propios compañeros. Tanto 'Las momias' como 'Los tontos de capirote' le rindieron honores. Relata Javi Osuna, autor de 'Los tontos de capirote' que "varios días antes de la noche de los cuchillos largos nos vimos Paco Rosado, Nandi Villegas y yo, los autores de tres agrupaciones herederas de aquellos 'Cruzados', nos reunimos y quedamos en que si las tres pasábamos a la final saldríamos al escenario los tres grupos a cantar juntos, aunque nos descalificaran los miembros del jurado. Cuando se conoció el fallo, el Diario tituló No pudo ser". Sí que hubo alusiones al cajonazo, como cuando 'Las momias' cantaron en su presentación (que entonces no puntuaba) el estribillo de 'Los cubatas'. Fue uno de los momentos más álgidos de la final y quizás del Concurso. El público reaccionó contra el jurado y le increpó con dureza durante varios minutos.

La única chirigota que no hizo ninguna alusión a 'Los cubatas' en aquella final fue 'Cada uno con la suya', que al final se llevó el segundo premio, y que llevaba la autoría de Juan Rivero, que incluso fue abucheada un año después de ganar con 'Los brutos secos' a otra gran chirigota de los Rosado, 'Los carreros de la alianza'.

En cuanto a 'Los tontos de capirote', Javi Osuna recuerda que desde prácticamente el inicio de los ensayos comenzó a crecer la polémica que los rodeó. "Ensayábamos en la calle Dorotea, en Las Papas, que tenía Andrés González. La historia iba creciendo cada día y la gente que venía a escucharnos ponía caras raras. Cuando llegamos al Falla la bola ya había crecido y había algunos comentaristas, como Jesús del Río, que anunciaron que pensaban desconectar cuando actuáramos. Eso, en el fondo, nos retroalimentaba, sobre todo a los más progresistas del grupo".

Javi recuerda que el germen de la chirigota se componía sobre todo de gente de izquierda y que luego hubo que buscar algunos instrumentos que, cómo decirlo, no estaban tan en consonancia con algunas de las letras que se cantaron.

"La chirigota era mala de solemnidad -asegura-, pero tenía letras atrevidas y supongo que eso sería lo que nos sirvió para ir calando".

Al cabo de los años, 'Los tontos de capirote' se ha convertido en una de las agrupaciones que siempre aparece cuando se habla de los años prodigiosos del Concurso.

los otros 'palos'

El año 1986 fue pródigo en desengaños. No sólo en chirigotas. Las modalidades de comparsas y coros tampoco se libraron . En la primera de ellas destacó sobre todo un nuevo cajonazo a Joaquín Quiñones, posiblemente el autor que más los ha sufrido ('Hombres azules', 'El legado andalusí', 'Pulchinela'...). Ese año, junto a Pepito Martínez, sacó 'Orfebre', una agrupación excepcional que obtuvo el respaldo del público pero no del jurado. Aún hoy, Quiñones, que cuando habla de cajonazos sabe de lo que habla, recuerda con amargura aquel año. "Recuerdo que empezamos a oír el rumor de que nos quedábamos fuera viendo un partido del Cádiz. Decían que el pasodoble musicalmente tenía partes de plagio, aunque todavía no han sabido explicarnos a qué se parecía".

Al preguntarle al autor gaditano cuál de los cajonazos que ha sufrido le ha dolido más responde sin dudar que 'El legado andalusí'. "Sobre todo porque este sí que fue inesperado. Arrancamos el Concurso con fuerza y en todas las quinielas estábamos en la final, incluso peleando por el primer premio. Sin embargo, al final no pudo ser".

Otro cajonazo sonado fue el del coro del pregonero de este año, Julio Pardo, que concursó con el nombre de 'La cueva de María Moco'. Al preguntarle si se llevó un palo gordo indica que "más gordo fue el palo de 'Callejón de los negros', con el que esperábamos ganar. Sobre todo me marcó el tiempo que el jurado tardó en decir los que pasaban a la final. De hecho yo me enteré por la radio a la mañana siguiente. Luego también me llamó la atención el mal ambiente existente en la final, con mucha crispación. Fue una noche para olvidar. Los que cantaron no tuvieron culpa, porque los únicos responsables de aquello fueron los miembros del jurado". Julio reconoce que aquel jurado fue "excesivamente polémico, o eso o no sabían de lo que hablaban. O bien tenían un afán de notoriedad importante".

el cuarteto de rota

La final de 1986 tuvo momentos para olvidar pero otros absolutamente memorables. Amén de la actuación impecable de 'Las momias', de la que ya se han escrito ríos de tinta, hubo una agrupación que sorprendió incluso en esta última función: el trío roteño '¿Pero por quién puñetas doblan las campanas?'. Su irrupción en aquel concurso marcó un antes y un después en una modalidad que, desde entonces, se ha bifurcado, unos han seguido la línea del cuarteto clásico, rimado, y otros han preferido la actuación más teatral.

En aquel 1986 Felipe Segundo, José Balsa y Maikol no ganaron, se tuvieron que conformar con el segundo puesto por detrás del cuarteto 'El loco de la Mancha y una mancha de locos', obra de Juan Rivero. Sin embargo, la sensación fueron los militares de uniformes rosas y su maniquí de Paterna. Su pelotazo en la final ha quedado para los anales de la historia. Algunos aficionados también achacaron al jurado falta de valentía a la hora de puntuar, ya que tendrían que haber dado el primer premio al cuarteto roteño, que fue de menos a más durante el certamen, mientras que el Güiki, el Bola y compañía tuvieron un rendimiento inverso.

Aquel febrero del 86 fue casi tan movido como el mayo del 68, aunque, a diferencia de lo que ocurrió en París, en Cádiz no llegó la sangre al río.

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