Gastronomía José Carlos Capel: “Lo que nos une a los españoles es la tortilla de patatas y El Corte Inglés”

Brotes bordes

Llorar, llorar y volver a llorar

PARA quedarme tranquilo voy a cumplir en primer lugar con las obligaciones parafraseando a Pablo Milanés: "yo pisaré las tablas nuevamente, de lo que fue el Teatro Falla ensangrentado, y en un palco liberado, me pondré a llorar por los ausentes". Y para despejarme la cabeza del todo seguiré el consejo de Javi Batasuna: menos mal que el Diario del Carnaval me ha llamado para escribir aquí si no esto no valdría ná.

En Cádiz ya no queda nadie con oído y paladar, la gente se ha vuelto zafia y sorda, no saben distinguir la afinación y la gracia. En realidad la mayoría repiten como papagayos simplezas del tipo que si la falseta del tango, que si los cuplés enchampelaos, que si trío del pasodoble. Nadie sabe con certeza de qué va esto, ni siquiera los gallegos avecindados en La Viña que imparten doctrina sobre corcheas y semicorcheas. Cartón del dos. Aquí el que sabe soy yo. Cuando se murieron el Quini y Paco Alba me hicieron depositario de un legado ancestral. Por mucha voluntad que pongan no pasan de ser algo así como Juanjo Bezares: corren como pollos sin cabeza. Hace falta un crítico para el carnaval que sepa de lo que habla, como era el difunto Joaquín Vidal para los toros, como es Santiago Segurota para el fútbol, Carlos Boyero para el cine o como era Haro Tecglen para el teatro. Hablar y sentar cátedra. Todo el mundo a la espera de lo que yo diga para ver si le prestan atención a una agrupación, para que yo dictamine si una letra es buena o mala, si está en clave de sol. Lo siento chavales, pero no todo el mundo puede tener mi capacidad. Lo lamento por todos los que escriben en estas página, por los que elaboran el Diario del Carnaval, por Tamara o Antonio Muñoz que tienen el culo de hierro de tanto escuchar agrupaciones, de Manzorro que lleva ya 28 carnavales. Así es la vida. Este talento que yo tengo es un don que me ha dado la Divina Providencia con el que no ha agraciado a otros pobres infelices. No os preocupéis: os invito a una tapa de ensaladilla.

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