LO confieso. Hace unos días estuve en el Teatro Falla viendo el dichoso concurso carnavalesco. Para que nadie me pueda acusar de hablar sin conocimiento. Profesionalidad se llama eso.

Apenas hacía un mes que había estado en el mismo teatro, en esa ocasión para escuchar la actuación del gran Barenboim. ¡Qué maravilla, Dios mío de mi alma! Con los ojos entornados, la música de Bethoven, dirigida magistralmente por Daniel Barenboim, te transportaba literalmente al Paraíso.

Y el otro día...¡qué horror! Estos comparsistas gritan como gatos encerrados en una tinaja. Facultades tienen, indudablemente, pero también Tarzán tenía fuerza en los pulmones y nunca fue contratado para el Albert Hall. Ni música, ni armonía ni nada parecido a las buenas artes musicales. Un verdadero mamarracho.

Es una pena que el Gran Teatro Falla esté más de un mes hipotecado por esos alaridos pseudomusicales. Creo que en Cádiz hay sitios suficientes para albergar el Carnaval sin ensuciar el Falla.

Ahí tenemos antiguo Cine Cómico, bautizado ahora con el apropiado nombre de Títeres. ¡Qué mejor títere que un carnavalero! O el escenario de la antigua Central Lechera.

O el castillo de San Sebastián, cerca de la Caleta. Allí se puede levantar un gran escenario en el que quepan todas las agrupaciones. Y de vez en cuando tirarlas al agua.