La última copla

Digo yo

ACABO de dejar unos apuntes del penúltimo pasodoble de este año, que estos hippytanos andan más exigentes que el sieso del ministro Wert para conceder una beca, y me pongo a ver qué escribo aquí que no aburra a la peña, tras tantas opiniones vertidas en un solo día de Concurso, que ya son ganas. Con lo que queda todavía. Pero esto es bueno. La afición, a pesar de los pesares, sigue viva. Los comentaristas tras el mazazo recibido por el Patronato no tiran la toalla y ahí siguen dale que te pego como no si no fuera con ellos. Se les nota un poco cabreados y eso no es bueno para nadie. En un Concurso como el nuestro, en donde la adrenalina la llevamos todos a flor de piel desde que suena la primera copla, deberíamos tomárnoslo con otra filosofía. Sin ponernos a parir los unos a los otros sin saber por qué. Joé, que después pasa el Carnaval y ya somos otros. Pero ahora no hay más que asomarse a los diarios carnavaleros y el asunto está que asusta. Y es que creo que nadie quiere dejar pasar la oportunidad que ofrece nuestro Concurso para ser protagonista en lo que sea. Y así, en estas fechas todos sabemos más que nadie. Y aparte de los propios componentes de las más de 150 agrupaciones participantes, salen entendidos por todas partes, no ya sólo para opinar de lo que acontece en nuestro Concurso, sino más allá de Cortadura y el puente Carranza si no lo cortan los de Navantia con dos cojones para defender sus puestos de trabajo. Y hasta aquí llego hoy, no vaya a ser que acabe con una copla de las que hay que cantar a más de un sieso manío que nada tiene que ver con nuestro Concurso. Digo yo.

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