A finales del pasado Carnaval se produjo un lamentable incidente entre dos conocidos personajes del Carnaval de Cádiz, que acabó en denuncia y condena de uno de ellos. Antes de que comenzara el Concurso he podido oír voces de compañeros pidiendo que no se hiciera leña del árbol caído y no se mencionara dicho incidente en coplas de carnaval, alegando un mal momento de dicha persona. Vaya por delante que no tengo ningún interés en remover malos rollos de la vida de nadie, pero estas peticiones de "silencio corporativo" nos deben hacer reflexionar. El Carnaval de Cádiz se ha metido con todo dios, a veces de manera extremadamente cruel, y muchas de esas personas de las que nos hemos cachondeado en las coplas han sufrido miles de "malos momentos", ya sea en forma de mangazo político, masturbaciones por Whatsapp, problemas con drogas, actos sexuales homosexuales pillados in fraganti, etc, y todos ellos tienen familia y seguramente se habrán sentido humillados en las coplas que casi todos les hemos cantados. Pero cuando el objeto de la copla queda lejos no nos da tanto reparo como cuando lo tenemos cerca. Los carnavaleros debemos aprender la primera regla de esto: Si nos reímos de otros, aprendamos a tolerar que lo hagan de nosotros. Hagamos examen de conciencia, que el mero hecho de ser de Cádiz no nos otorga protección coplera. En resumen: no nos riamos del mal de nadie si no queremos que se rían del nuestro. Y en Carnaval nadie está libre de pecado. Y dicho esto, mis mejores deseos para ese compañero, al que ojalá la vida le vuelva a dar las alegrías que toda persona merece.