LA gran ausencia de este Concurso, y dejarse ya de tonterías, es la barra del Teatro. No era una barra cualquiera. Era LA BARRA. La han cambiado por unos mostradores de quita y pon, muy como de feria primaveral. Pero la barra primigenia, la auténtica, la del filito redondeado y el poyete para dejar caer los pinreles, ya no está con nosotros. Ha pasado a mejor vida, y estará en el cielo de las barras ocupando un lugar de postín. Con sus camareros apalomitados, con su esquinita siempre ocupada por la cúpula corista. ¿Cuántos comentarios de la chirigota pelotazo o de la comparsa babuchazo se habrán hecho en lo alto de esa barra? ¿Cuántas puñaladas traperas y besos de Judas? ¿Cuántos pestiñeos con la ninfa de turno? ¿Cuánto famosete en ella se apoyó para devorar cual tiburón blanco un bocata de tortilla fría?

Pero ya no está con nosotros. El Ayuntamiento le dio matarile, aplicó la eutanasia a una barra, deteriorada quizás, pero merecedora de una restauración en condiciones, coñe, que es la barra del Falla. El ambigú, el sitio de los cuchicheos, el santuario del figureo, el hábitat perfecto del político ávido de popularidad…se ha quedado sin su legendaria barra, que se nos ha ido sin que fuera declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad, o algo de ese estilito. Descanse en paz. Su lugar lo ocupan hoy cuatro o cinco mostradorcitos enchampelaos, prefabricados y polivalentes.Que lo mismo te sirven para despotricar del coro rival, que para que se te derrame en lo alto media jarra de rebujito en la Caseta Municipal de la Feria de Villacabrito del Riachuelo. Qué pena.