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En busca de los derechos perdidos

  • Hasta hoy en la Sede de Cruz Roja en Granada, tendrá lugar unas jornadas que abren un espacio de diálogo entre las asociaciones de mujeres empleadas de hogar y las administraciones públicas

El vacío legal que existe respecto a las condiciones laborales de las empleadas del hogar es el principal asunto a tratar en unas jornadas que se celebran desde ayer en la sede de Cruz Roja, ubicada en la Cuesta Escoriaza. Un proceso de diálogo político impulsado desde UN-INSTRAW (Instituto Internacional de Investigación y Capacitación de las Naciones Unidas para la Promoción de las Mujeres) iniciado en el marco del proyecto Construyendo redes: mujeres latinoamericanadas en las cadenas globales de cuidado.

Las jornadas, que tienen su antecedente en las que se impartieron el año pasado en Madrid, persiguen el objetivo de visibilizar el estatus del empleo de hogar dentro de un régimen más amplio de cuidados y fronteras, avanzando al mismo tiempo en la elaboración de propuestas concretas. Ahí reside la clave: reflexionar en la temática desde todos los prismas para intentar transformar situaciones en las que se están vulnerando derechos básicos en materia de igualdad, extranjería y empleo de hogar. Conseguir de este modo, una respuesta por parte de las administraciones públicas.

Laura Guillén, portavoz de la Asociación de Trabajadoras del Hogar de Granada y a su vez, vicepresidenta de la Plataforma Nacional de Trabajadoras de Hogar, impartió ayer el taller Un lugar justo para las empleadas de hogar: historia y desafíos de las luchas en el empleo de hogar. La portavoz de la Asociación hizo hincapié en que todos los trabajadores "tienen derecho a tener los mismos derechos". Un salario mínimo para una jornada de 40 horas semanales según lo estipula la ley, estar amparados por la Seguridad Social, que el contrato sea escrito, tener derecho a paro y estar asegurados desde el primer momento. Y es que la profesión aún se rige por un decreto del año 85, que en opinión de Guillén, está " del todo obsoleto".

Pero, si a esta problemática se le suma el hecho de que una gran parte de las trabajadoras domésticas sean inmigrantes, el asunto toma un cariz todavía más oscuro. Karima El Khadir y Rosa María Ureta son extranjeras y forman parte de las 100 mujeres invitadas al acto, aunque la mayoría no acudió por coincidir con su turno de trabajo. Las dos, desempleadas actualmente, se han visto en muchas ocasiones perjudicadas por el hecho de no ser españolas. "Muchos no quieren a inmigrantes, incluso lo especifican", comenta Rosa María que desde hace 9 años se dedica a las tareas del hogar. "Cuando entras a trabajar a una casa vas para una cosa pero acabas haciendo todo. Yo fui a cuidar a una persona mayor y acabé planchando, limpiando, cocinando... por el mismo sueldo". Por otro lado, su compañera define su situación como "la falta total de derechos". "Si tienes un accidente o te despiden ¿qué puedes hacer? Por eso la necesidad de estas jornadas.

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