Antonio Navarrete | Delegado del Cádiz CF

"Si volviera a nacer no tendría dudas porque sería otra vez árbitro"

  • Es la cara más amable del equipo, la persona que aporta la cordura y la calma.

  • Primer colegiado en ganar el 'Premio Guruceta', lleva 53 años vinculado al fútbol.

Entrevista a Antonio Navarrete

El delegado con más años seguidos ejerciendo tal función es el del Cádiz CF. Antonio Navarrete, cadista y gaditano de máxima fidelidad, árbitro que en su momento alcanzó la élite. Y esta temporada, premiado como el mejor delegado de Segunda A. Ahí es nada.

–¿Quién es Antonio Navarrete Reyes?

–Una persona corriente, muy normal, un gaditano más. No pude jugar al fútbol debido al trabajo, ya que en juveniles tuve que elegir entre la empresa o el fútbol. Entonces elegí el trabajo. Ahí empieza mi vida laboral y se aparca la pasión por el fútbol.

–¿Cómo le llega la llamada para poner orden en el campo?

–Me enteré que hacían falta árbitros y me lo propusieron varias veces hasta que decidí presentarme. El delegado provincial me metió en el arbitraje en 1966 y estuve hasta 1994. Durante ese tiempo hice lo que me gustaba. Si volviera a nacer no tendría dudas, sería otra vez árbitro.

–Hábleme de la evolución como colegiado campaña a campaña.

–Fui subiendo de categoría hasta que llegué a Tercera y ahí permanecí once años hasta que en 1987 ascendí a Segunda B, pero empecé a pitar en Segunda A. Gané el primer Trofeo Guruceta -galardón al mejor árbitro-. En 1993 estuve en el grupo de los 60, que dirigían encuentros de Primera y Segunda A.

–¿Árbitro o asistente?

–Siempre he sido árbitro, lo que pasa es que en aquella época iba de asistente en Primera en muchas ocasiones. Como árbitro he estado en el Trofeo Carranza, en un partido de la selección española en Jerez. Lo he pasado muy bien y me permitió contar con grandes amistades.

–¿Qué le aporta el fútbol?

–Mucha tranquilidad. Llevó vinculado al fútbol 53 años desde que empecé. Y ahora como delegado del Cádiz estaré hasta que el Cádiz diga que me marche. Hasta entonces no será una cuestión de que yo me canse.

–¿Quién debe más, usted al Cádiz o viceversa?

–Yo al Cádiz le he ayudado en todo lo que he podido y todo siempre lo he hecho muy a gusto. El Cádiz no me debe nada.

–Hará las cosas muy bien cuando le han nombrado mejor delegado de LaLiga 1|2|3...

–El premio al mejor delegado no lo he ganado yo, lo gana la gente del Cádiz que es la que apoya mi labor. Además no sabía nada de que me lo iban a dar. Manolo Vizcaíno, que me trata siempre de maravilla, me dijo que viajara a Madrid con Chirino y me enteré cuando llegué allí. Realmente han sido dos premios: uno al mejor delegado y otro por mi antigüedad en este puesto.

–Enumere las claves de un buen delegado.

–Saber todo lo que conlleva la preparación de un partido desde que entra al campo y hasta que sale el cuarteto arbitral. Saber atenderlo en todo. El delegado de equipo debe estar pendiente del conjunto contrario y del árbitro y sus asistentes. Luego, en el partido, la labor fuerte con el árbitro es para el delegado de campo, pero siempre estoy yo colaborando.

–El delegado de campo es Salvador Chirino. Son uña y carne, ¿verdad?

–Chirino y yo llevamos más de cuarenta años juntos y no nos hemos peleado ni discutido nunca. No sabemos lo que es enfadarnos.

–¿Qué se considera árbitro, delegado o cadista?

–Cadista lo primero y luego árbitro. Donde estuve más feliz era cuando llegaban los domingos y salía a arbitrar. Salía por la mañana y hacíamos varios encuentros. Jerez, Arcos, Villamartín, Trebujena... Todos los campos llenos de público porque apenas había fútbol por televisión. Era impresionante ver tanta gente.

–Habla de categorías que eran y son muy complicadas para el trío arbitral. ¿Vivió algún percance grave? ¿Alguna agresión?

–Salí escoltado en diversas ocasiones y algún que otro empujón. Pero en Lebrija sí fue peor porque me tiraron un ladrillo que golpeó en mi pecho. Lebrija era entonces tremendo. Pues una semana después regresé allí de asistente porque se puso enfermo un compañero.

–Y más próximo a la élite, sea sincero, dígame un campo muy complicado para arbitrar.

–El Sadar, en Pamplona. Es el más difícil para pitar, sobre todo los asistentes. La presión es enorme y siempre existe la inquietud de que un majareta te pueda lanzar algo.

–¿Recuerda un jugador que le complicara su labor?

–Sí. Antonio Reyes (Real Betis). Te ayudaba todo el partido, pero iba al límite en cada balón y las entradas eran tremendas y me complicaba todo. Terminaba el partido y decía yo, debería haberlo expulsado. Y también era muy duro Goikoetxea (Athletic). Andújar Oliver era muy amigo de él y en un partido contra Las Palmas lo expulsó del tirón, al cuarto de hora. Entró de una forma bestial y el mismo Goikoetxea ni protestó. Se fue directamente a la caseta.

–¿Cuál ha sido su mayor error como árbitro?

–No recuerdo uno en concreto. Me habré equivocado infinidad de veces. En contra, sí tengo fresco un partido en Villarreal en el que me aplaudieron como nunca al acabar. Fue una gran actuación y salí muy satisfecho.

–Se despidió del arbitraje en un Espanyol-Real Madrid B, en Segunda. ¿Qué recuerda?

–Esa semana me llamó Sánchez Arminio y me preguntó qué partido quería pitar. Me daba igual. Y me dio el Espanyol. Camacho era el técnico del Espanyol y mis asistentes, Chirino y Aragón, me llevaron un regalo. Ahí acabó todo.

–¿Y a partir de ese momento?

–Cuando terminé allí, pensaba como si fuera a prolongarse mi etapa como árbitro. Tenía esa sensación, que era un error porque todo había acabado. Luego me llamó Antonio Muñoz -presidente del Cádiz- para que me hiciera cargo del puesto de delegado. Le dije que no. Estuve un año haciendo informes para el Comité de Árbitros. Al acabar, acepté la propuesta de Muñoz y pude hacerme abonado del Cádiz, ya que mientras era árbitro no podía.

–¿Qué árbitro actual le recuerda a su etapa?

–Me veo reflejado en Mateu Lahoz. Me identifico mucho en su manera y me gusta bastante su estilo. Más atrás en el tiempo me quedo con López Nieto, que pitaba de cine. Su padre era un acérrimo seguidor del Cádiz. López Nieto es el mejor árbitro andaluz que he conocido.

–Si le digo que soy un convencido de que hay árbitros malos...

–Claro que sí. Pero ha mejorado mucho el nivel. Hoy los medios que se tienen son muy diferentes. Antes un árbitro se levantaba a las seis de la mañana para trabajar y acababa a las siete de la tarde.

–¿Qué le parece el VAR?

–Llega en el momento justo; es necesario y bueno para los árbitros porque se quitan un peso de encima. Es un adelanto espectacular.

–Con el VAR, al Granada no le hubieran dado su gol contra el Cádiz, el del agarrón a Lekic.

Evitaría ese tipo de errores. Yo se lo dije al árbitro en el descanso y me dijo que no lo había visto. Me dijo: "Antonio, si lo veo lo pito". Lo hablamos con naturalidad. Los aciertos y errores de los árbitros han estado esta temporada con nosotros al cincuenta por ciento.

–¿Facilita su labor un entrenador como Álvaro Cervera?

–Álvaro hace que todo sea más fácil en el trabajo. Lo que yo le diga al míster sobre el árbitro va a misa. Él me respeta totalmente. Éste y los 33 entrenadores con los que he trabajado en este tiempo me han respetado. Si tuviera que elegir a cinco, Cervera sería uno de ellos. Y otro, por supuesto, Ramón Blanco. Cuando ya no esté Cervera, nos vamos a acordar mucho de él.

–La grave enfermedad que padeció, la pérdida de una hija... No hay partido más difícil, ¿verdad?

–Tuve la desgracia de perder a mi hija, que es lo más malo que le puede pasar a una persona. Se me fue tras estar tres años enferma. Se me fue en diez días... Es lo peor que te puede ocurrir. Uno piensa que con el paso del tiempo irá a mejor, pero no es así porque con el tiempo estás peor. Eso es muy malo. Me tendría que haber ido yo cuando hace 16 años sufrí un cáncer de estómago y que ella siguiera aquí. Mi hija era muy cadista y el último partido que vio fue el Oviedo-Cádiz, del play-off. Aquello es demasiado fuerte. El fútbol, al menos, me ayuda y me quita de pensar otras cosas.

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