cádiz c.f.

¿Tan sólo un accidente?

  • La goleada encajada en Castellón saca a relucir las deficiencias defensivas del equipo de Gracia, sobre todo por la ausencia de verdaderas torres, y el escaso argumento para acercarse a la portería contraria

Después del batacazo ante el Cartagena, una de las reflexiones que se hicieron en voz alta hablaba de un simple accidente. El Cádiz, en aquel partido, fue superior al rival antes del cero a uno, pero la mala suerte le hizo encajar un inesperado y doloroso revés contra un recién ascendido. Pero tres jornadas después el equipo de Javi Gracia encaja un marcador que de nuevo ruboriza al cadismo. El colista se come al Cádiz y ahora no hay argumentos para equilibrar la debacle. Salvo los primeros 14 minutos, el resto fue para olvidar.

Lo peor es que el Castellón no fue un adversario temible, que encerrara a los amarillos y jugara con una claridad y clase pasmosas. Nada de nada. El conjunto de Tintín Márquez se limitó a imponer su mayor talla en casi todas las líneas y, en esta faceta, buscó al ciclón Ulloa para que él solito se encargara de ganar todas las acciones a Dani Fragoso, Cristian y Cifuentes. Lo de los laterales era esperado, pero al central se le vieron de forma clara por primera vez en la temporada sus limitaciones con la altura. Álvaro Silva se quedó claramente solo por encima de los 185 centímetros, por lo que se tuvo que multiplicar, con más o menos suerte, para que Ulloa no se burlara de él y del resto de jugadores una y otra vez.

Una opción válida y buena fue Fleurquin, aunque la versión del ya veterano jugador no estuvo acorde a lo esperado y en las narices del árbitro asumió un riesgo demasiado grande. Sin la torre uruguaya en el campo, sólo quedaba apelar a que el ataque directo del conjunto de la Plana se fuera al traste.

Con carencias en la zaga por la altura y por la escasa colaboración defensiva de los extremos -Cifuentes se vio muchas veces defendiendo en inferiodad al entrar por su banda dos adversarios, Pedro y Palanca-, una posibilidad era apelar a aquello de que un buen ataque puede ser la mejor defensa. Tampoco de mediocampo en adelante hubo opciones porque Carlos Caballero estuvo desaparecido los 65 minutos que jugó. Mostró su peor cara teniendo en cuenta que el otro cerebro del once, Fran Cortés, intervino poco al empezar en la banda y no hacerse notar luego cuando pasó a jugar como segundo delantero.

Una de las conclusiones de lo ocurrido en el Nuevo Castalia podría ser que, por ejemplo, los más de 185 centímetros de Mansilla puedan servir para algo más que entrenar de lunes a sábado. Hay rivales, campos y partidos que requieren de un futbolista con corpulencia. Eso, en defensa. Para el ataque, la autoexpulsión de Ogbeche brindará una oportunidad a Toedtli o Tristán, siendo el primero otro jugador con caché para dominar el juego aéreo. El argentino podría recuperar la titularidad ganándole una batalla a un Tristán al que se le empieza a acabar la paciencia.

La labor de creación es otro dilema para llegar al ataque, el gran debe hasta el chaparrón final del Castellón. Caballero sigue sin responder a las expectativas en su debut en Segunda A y Fran Cortés sigue falto de continuidad en juego e intensidad para no limitarse a hacer sólo 25 minutos muy buenos, como le ha sucedido en otras ocasiones.

También es preocupante que cuando llegan los temporales, al once cadista le falta gente experta y con minutos de sobra en la categoría de plata para manejar y leer un encuentro. El sábado, el equipo, de inicio, sólo contaba con Cifuentes, Cristian y Ogbeche como jugadores con cierto historial en Segunda A. El resto, inexpertos que oponen una ilusión que parece escasa cuando se asiste a un choque de psicología como el del sábado. Lo peor es que expertos y veteranos como Fleurquin, que se vio obligado a salir por la puerta de atrás, y Enrique, que apenas tocó bola, firmen una aportación de cero. Ojalá sea tan sólo un accidente... aunque ya van dos.

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