Cádiz CF

El piloto automático

  • El conjunto amarillo convierte la victoria en la rutina de cada fin de semana, aunque las ocasiones que concede a los rivales pueden poner en peligro su situación de privilegio

Carrillo señala con el índice de su mano izquierda delante de Kieszek

Carrillo señala con el índice de su mano izquierda delante de Kieszek / Fito Carreto

Cuando un equipo está on fire nada ni nadie lo puede detener. La victoria se convierte en un hecho tan rutinario como la tostada diaria del desayuno. Ganar forma parte del hábito del Cádiz en los últimos tiempos y la fuerza de la costumbre alumbra el riesgo de no valorar la espectacular marcha de un equipo que ha capturado 29 puntos de los últimos 33 -casi un 88 por ciento-. Una barbaridad. Una brillante dinámica que demuestra que este equipo está diseñado para mucho más que el modesto objetivo de la permanencia, corto a todas luces cuando todavía resta por disputar toda la segunda vuelta.

Los 21 puntos de diferencia sobre la zona de descenso no son sino la demostración palpable de que la salvación está más que encarrilada y que el verdadero objetivo ahora es explorar las opciones de ascenso, que las hay a día de hoy. Un equipo que habita en la segunda plaza no puede más que pelear por el reto más ambicioso. Eso sí, es una dura contienda de la que aún están por librar las batallas más complicadas.

Semejante camino mantiene al conjunto gaditano como el más fuerte de los últimos tres meses con una meteórica remontada desde el 16º al segundo escalón. El Huesca, el último que fue capaz de doblegar al Cádiz, es el único que resiste la trayectoria imparable de una escuadra que se dota de un margen de error de cinco puntos, los que atesora sobre el tercer clasificado, el Real Oviedo, que visitará el estadio Ramón de Carranza el primer fin de semana de Carnaval -la fecha exacta aún está por definir- en un auténtico duelo en las alturas.

Once partidos consecutivos sin tropezar con el amargor de la derrota conforman un recorrido que no está al alcance de nadie y por ello no es extraño que la ilusión vaya aumentando semana a semana tanto en la plantilla como en una afición que sueña con volver a vivir un salto a Primera, como en 2005, el único a la máxima categoría en la historia del club en el siglo XXI. En LaLiga 1|2|3 ningún adversario llega tan lejos como el conjunto amarillo, ganador de nueve de esos encuentros -contra el Almería (0-2), Reus (1-0), Sporting de Gijón (0-3), Real Valladolid (1-0), Albacete (2-0), Real Zaragoza (0-2), Barcelona B (3-1), Granada (1-0) y Córdoba (2-0)-, acompañados por dos empates -frente al Rayo Vallecano (0-0) y el Tenerife (1-1)-. Lo más llamativo de esa dinámica exitosa es que apenas recibe goles, sólo dos en esos 11 envites más recientes para un total de 12 -0,5 por partido de promedio- desde el arranque del campeonato. En 14 de las 22 jornadas dejó la portería inmaculada. Es el equipo menos goleado de la categoría pese a que en los últimos dos partidos concedió a sus rivales más ocasiones de lo recomendable. Tanto el Granada como el Córdoba lograron plantarse solos delante de Alberto Cifuentes, decisivo con sus paradas. En plena forma camino de los 39 años. Aunque Álvaro García acapare la atención mediática, si alguien fue determinante en las victorias más cercanas ese fue el portero, sostén del equipo con brillantes intervenciones con las que mantuvo el arco cerrado. En condiciones normales hubiese entrado alguna de esas oportunidades tan claras, pero la vida sonríe a un Cádiz al que todo le sale bien aunque ofrece síntomas de debilidad reconocidos por sus propios protagonistas.

Álvaro Cervera, amigo del triunfo por encima de todo -es lo que cuenta al final en el fútbol-, no estaba satisfecho del todo pese a la victoria con la que su equipo comenzaba la segunda vuelta. Dijo que no le gusta que el portero sea el mejor y alertó de las oportunidades fabricadas por el contrincante. Y avisó de que la buena racha está en peligro si no consiguen frenar a los oponentes. "Nos limitamos a que Garrido corta, Salvi y Álvaro corren y el portero las saque, pero hay que hacer más cosas porque llegará un día que nos las pare".

El cuerpo técnico y la plantilla tienen trabajo por delante para volver a cohesionar las piezas de un muro que ofrece pequeñas vías de agua que ni mucho menos causan alarma aunque sí sirven de advertencia: hay que cerrar las fisuras, evitar que los rivales lleguen a puerta con tanta facilidad.

El entrenador y los jugadores quieren más. Saborean una segunda posición que es una bendición, pero saben que para continuar arriba deben corregir las debilidades que salen a flote. La exigencia es máxima y también la autoexigencia. Alberto Cifuentes reconocía después del duelo contra el Córdoba que está costando "llevar los partidos donde queremos" y apostó por recuperar el buen momento que tenía en el equipo antes del parón de Navidad. "Lo bueno es que estamos ganando y ahora debemos mejorar desde la victoria". Así es. Bendito problema el de un equipo que, pese al sufrimiento sigue instalado en una racha que impresiona. El carácter ganador puede más que un juego falto de fluidez que queda a expensas de algún chispazo de los jugadores veloces o una acción a balón parado. Lo importante es que de una forma u otra el Cádiz suma sin parar con una clave que se une a la de la portería cerrada: marcar antes que el rival. Cada vez que los de Cervera se adelantan la victoria está asegurada al menos desde que se adentró en la actual dinámica. El desafío llegará cuando se vea por debajo en el marcador y deba levantarlo.

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