Sólo es un partido. De momento no ha habido más. Hay un mundo por delante hasta el próximo mes de junio, pero las sensaciones que ofrece el Cádiz en la línea de salida de la nueva temporada son un sonoro llamamiento a la ilusión. No sólo por la victoria contra el Almería en el estreno liguero, que ya es importante por sí misma, sino por la forma con la que se hizo con los tres primeros puntos. El qué y el cómo se fundieron en un abrazo y la afición esbozó la primera sonrisa de un curso que presenta más exigente que nunca. Todo punto que entre en el saco es oro en uno de los torneos más apasionantes de los últimos años. Y si la suma es de tres en tres, no cabe el más mínimo reproche. La victoria ejerce además de calmante en un verano que no está siendo fácil en la entidad cadista.
El 1-0 se quedó corto para los merecimientos de un equipo amarillo que reprodujo la versión solvente de años anteriores: solidez, orden, aplicación en labores defensivas, anulación del oponente, presión y robo del balón… Eso sí, hubo una diferencia que aún es pronto para determinar si es algo que va más allá de un hecho puntual. El Cádiz tuvo la pelota más tiempo que el adversario. Hasta cerca de un 60 por ciento de posesión acreditaron los hombres de Álvaro Cervera en una mezcla de propia voluntad y de la apuesta de un rival que, ante la oleada de los anfitriones, se encomendó a la defensa en busca de un empate que no estuvo lejos de conseguir. El tanto del triunfo de los locales, el único del encuentro, llegó en la recta final del partido fruto de la insistencia de un equipo que con el recuperado José Mari, Álex Fernández y Ager Aktexe sobre el césped redobló su querencia por el cuero y propició un juego asociativo. El vasco siempre buscó la bola en tres cuartos y bajó a recibir al centro del campo. La pena fue que no dispuso de un libre directo cercano al área. Ya habrá tiempo de disfrutar de los lanzamientos de un futbolista que el pasado viernes demostró que no quiere vivir sólo de una especialidad concreta. El míster le pide más y él acepta el reto encantado. Huye del cliché de lanzador como único recurso y pretende demostrar que puede aportar otros elementos.
No fue una posesión de balón vacía de contenido. Los amarillos movieron el esférico con criterio, de un lado a otro, por aquí y por allí hasta dar con la tecla para amarrar un triunfo labrado con una sobredosis de paciencia. No es fácil doblegar a un contrincante acuartelado alrededor de su portería, pero los de casa nunca dejaron de creer una victoria que cayó del lado del que la buscó de verdad, sin rodeos. Los inquilinos del Carranza ganaron por insistencia, jugaron por dentro y también por las bandas. Sólo sufrieron en los instantes finales cuando ya había adquirido la renta mínima pero suficiente. Generaron un sinfín de ocasiones, muy al contrario que la pasada campaña -salvo excepciones-, cuando pisar con claridad al área se convirtió en una misión casi imposible y además la puntería escaseaba. Fue el equipo menos anotador de los que pelearon en la parte alta de la clasificación.
El problema que sí persiste en el conjunto amarillo es la de las dificultades con el gol, que el que no termina de tener una relación fluida. En circunstancias normales, el Cádiz debería haber resuelto mucho antes el duelo ante un Almería condicionado por las bajas que todavía se halla en fase de construcción. Si la falta de acierto en la definición lastró las opciones de acceder a la fase de ascenso en la anterior andadura, los síntomas en el comienzo del nuevo ejercicio desvelan que es una carencia que aún está por paliar. Se apreció en el Trofeo Carranza y una semana después en la jornada inaugural del campeonato.
El periodo de fichajes está abierto hasta el día 31 -con la competición ya en marcha- y hasta entonces el club dispone de tiempo para reforzar la delantera con una o dos incorporaciones que son necesarias. No es fácil encontrar un goleador, que además se paga a precio de oro en la categoría de plata. Dependerá del margen salarial que tenga el club en los últimos días de un mercado en el que las operaciones tienden a acelerarse en la recta final.
Mientras, el Cádiz compite con las señas de identidad que le hacen ser respetado por sus contrincantes y que una vez más encienden el motor de la esperanza a la espera de que la plantilla quede cerrada de manera definitiva al menos hasta enero de 2019. El desarrollo de la competición dirá hasta dónde puede llegar, aunque la primera impresión tras el fogonazo del choque inaugural, que habrá que confirmar con el paso de las jornadas, es que no debería pasar agobios para sellar la permanencia.
De momento, prudencia y paso a paso. Esto no ha hecho nada más que empezar. Si además atrapa los 50 puntos con suficiente antelación, el objetivo más ambicioso volverá a activarse. Aunque arriba esperarán -alguno podrá caerse- adversarios a priori temibles como el Málaga, Las Palmas, Deportivo, Granada, Osasuna, Sporting de Gijón, Real Zaragoza… Por algo LaLiga 1|2|3 ya es conocida como la Primera División B.
Todos los jugadores incorporados en verano saltaron al césped el viernes -la exceoción fue Eneko Jauregi, con papeletas para salir-, la mayoría desde el principio y otros ya avanzado el partido en la segunda parte. Es una demostración de la renovación a conciencia que el director deportivo, Juan Carlos Cordero, acomete en el plantel acorde con las peticiones del entrenador. Todos estuvieron a la altura y los que dispusieron de menos minutos dejaron detalles de lo que pueden aportar a un equipo que no pierde la consistencia pese a los cambios. Hasta seis caras nuevas hubo en la alineación.
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