Ha pasado del más absoluto ostracismo a formar parte del once titular del Cádiz en las últimas tres jornadas. La irrupción de José Julián de la Cuesta (Medellín, Colombia, 1983) en el eje de la zaga cadista ha coincidido con la cicatrización de la herida por la que el equipo venía recibiendo una sangría de goles que le ha llevado a ostentar el dudoso honor de ser el segundo conjunto más endeble de la categoría, con un total de 49 tantos en su portería, sólo superado por el Albacete (que suma 50), un rival directo en la dura pelea por la permanencia.

Sus participaciones hasta la fecha han llegado con puntos debajo del brazo: cinco en tres encuentros, o lo que es lo mismo, una victoria y dos empates. Su aportación ante el Castellón fue decisiva al conseguir el tanto que dio la victoria a los amarillos. Eso sí, el cuadro cadista deja mucho que desear en el juego colectivo, como quedó de manifiesto el domingo en Carranza y una jornada antes en Irún.

El central entró en el once titular confeccionado por Espárrago ante el Rayo Vallecano. El Cádiz venía de sufrir un duro varapalo en Cartagena, donde había perdido por un contundente 4-1 después de ofrecer una penosa imagen, especialmente en la faceta defensiva. La debacle en ese choque fue determinante para que el técnico abriera de par en par las puertas de la titularidad al colombiano. El defensa no dejó pasar la oportunidad y mantuvo el tipo en su primer partido de la temporada en la que los amarillos recibieron un gol a balón parado.

El siguiente choque, contra el Real Unión de Irún, fue una difícil prueba para el zaguero, que acabó exhausto y pidió el cambio después de trabajar a destajo junto a sus compañeros para frenar las constantes acometidas de un rival que se jugaba la vida como los cadistas.

El caso de José Julián de la Cuesta es un claro ejemplo de las vueltas que da la vida y en particular ese planeta llamado fútbol. El defensa está viviendo su mejor momento de una temporada que arrancó de manera negativa para sus intereses. El zaguero no entraba en los planes de Javi Gracia, quien no le dio un solo minuto desde el inicio de la Liga durante su estancia en el banquillo del Cádiz. El trabajo de De la Cuesta se limitaba a los entrenamientos con la plantilla, con el obligado descanso de los fines de semana.

Los malos resultados del equipo desembocaron en la destitución del técnico navarro tras las dos derrotas consecutivas con las que el Cádiz abrió el año 2010 (0-1 ante el Nástic en Carranza y 4-1 frente a la Real Sociedad en Anoeta). Paradojas de la vida, el ocaso de Gracia supuso el amanecer de De la Cuesta con la llegada de Espárrago y Soler, con los que ya había coincido en una etapa anterior y de los que sabía que confían plenamente en él.

Cuando parecía que el sol había vuelto a salir, aparecieron unos negros nubarrones en forma de lesión que le apartó de la actividad durante varias semanas. Una vez recuperado, De la Cuesta ha ido tomando ritmo en los entrenamientos hasta que le ha llegado la oportunidad de jugar y tener continuidad.

De la Cuesta no ocultaba su alegría por el triunfo del equipo y por su decisiva contribución con el tanto que a la postre supuso la victoria. Aunque el juego del equipo brilló por su ausencia, la suma de los tres puntos redondeó una jornada que sirvió para subir la autoestima colectiva y la individual, porque el defensa sudamericano ve cómo su trabajo le va consolidando en el eje de la zaga en la etapa crucial de la temporada en la que el Cádiz pelea por la salvación. Como él mismo decía después del partido, se iría sintiendo más a gusto a medida que fuese teniendo minutos.

Una vez cumplida la misión de sumar los tres puntos ante el Castellón, el central pone en el punto de mira el siguiente objetivo, que se presenta complicado pero al que no renuncia. "Hay que ser optimistas, podemos hacer algo positivo en la visita al estadio del Betis, podemos ganar ese partido sin hacemos bien las cosas".