Cádiz CF

Otro histórico atrapado en una crisis duradera

  • El Murcia, inmerso en los peores años de su historia por los líos institucionales y una deuda asfixiante.

Mañana se verán las caras en el Carranza dos equipos que guardan similitudes por la etapa más negra de sus respectivas historias. Hay una fecha, un año, 1993, que marca esa trayectoria descendente, a veces como una montaña rusa, que ha perseguidos a dos de los clubes con más solera que militan en Segunda B. Desde aquel año las categorías más olvidadas del balompié nacional han acompañado a murcianos y gaditanos al tiempo que veían como los problemas institucionales y las deudas aumentaban de forma grave.

En 1993, el Cádiz puso el punto y final a su mejor ciclo en Primera y comenzó una campaña en Segunda A que aún provoca vergüenza en el cadismo, que asistió a un esperpento con el equipo prácticamente descendido a Segunda B cuando faltaban muchas jornadas para el final. El Murcia parecía tomar aire tras subir de la división de bronce pero, sin embargo, en la 1993-94 se fue otra vez rumbo al pozo. Hasta 2003 no regresó el equipo amarillo al fútbol profesional, mientras que hasta 2000 no lo hizo el cuadro grana, con la diferencia de que llegó a descender a Tercera en 1995. Esa etapa está marcada en la Tacita por el mandato de Antonio Muñoz, algo similar en La Condomina con Jesús Samper.

El Murcia, como el Cádiz, estuvo pocas campañas en Segunda A hasta que fue capaz de subir a Primera, si bien la aventura duró un año. En Carranza pasó igual al descender una jornada antes del final. A los dos equipos se les hizo de noche de nuevo en Segunda A, si bien el rival de mañana fue capaz de repetir la machada de volver a la elite -otra vez sólo por espacio de un año- antes de iniciar la actual cascada de despropósito que le ha llevado hasta la tercera categoría nacional.

En esa segunda fase que recoge este reportaje, de 2008 a la actualidad, la deuda de ambos clubes subió como la espuma por culpa de una gestión poco acertada, y el nivel deportivo fue decreciendo hasta anclar a ambas escuadras en Segunda B. Todo ello con las masas sociales enfrentadas a los dueños, pues es recordado el rechazo del cadismo hacia la labor de Muñoz, como le sucede en la actualidad al murcianismo respecto a Samper. Para colmo, en 2014 el Murcia bajó a Segunda B en los despachos, por culpa de sus deudas, algo que todavía no perdona la afición.

El 9 de febrero de 2009 el club pimentonero presentó una solicitud para poner en marcha un concurso voluntario de acreedores, reflejando en aquella fecha algunos medios de comunicación murcianos que la deuda se acercaba a los 30 millones de euros. Después de varios presidentes y etapas siempre bajo el mismo propietario, la cruda realidad del equipo empezaba a florecer. En Cádiz, eso mismo sucedió casi un año y medio después cuando Muñoz dio el paso ahogado por la situación deportiva e institucional contando entonces con una deuda que rondaba los 13 millones de euros. La entidad optó por esta vía pocos días después de bajar a Segunda B.

Desde esta fecha el Cádiz no ha sido capaz de salir de la división de bronce (seis temporadas consecutivas), mientras que el Murcia las reparte con tres en Segunda A y otras tantas en Segunda B. Dos clubes con estadios impropios en la categoría en la que juegan y una masa social desencantada, sobre todo la murciana que esta temporada ha sido protagonista de la peor entrada que se recuerda en la Nueva Condomina (Murcia-Villanovense).

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