Parecía imposible después de tanto tiempo. El Cádiz acabó el pasado domingo con una pésima racha que duraba ya demasiado. Desde el 19 de marzo no ganaba ante aficionados y desde el 10 de abril no celebraba un gol en presencia de los suyos. Estos dos retos fueron superados ante el Racing de Santander, en mitad del play-off, es decir, cuando más falta hacía dar ese giro de timón. Aquel Cádiz-Linares Deportivo quedaba ya demasiado lejos para el cadismo.

Hay motivos para estar satisfechos por el resultado obtenido en la ida de la segunda eliminatoria, por la garra y el coraje del equipo y por romper con una racha penosa. El cadismo no celebraba un gol en su estadio desde el que marcó Dani Güiza al Sevilla Atlético (1-1) el 10 de abril, que se dice pronto. Pero no asistía a un triunfo de los suyos desde el ya lejano 3-1 al Linares. La paciencia ha sido enorme en la masa social, que ha tenido que esperar mucho pero algunos pensarán que ha merecido la pena. El 1-0 al conjunto cántabro puede valer su peso en oro.

Muchos entenderán ahora la enorme celebración entre jugadores y aficionados cuando el árbitro decretó el final del encuentro. Una fiesta contenida que llevó a los futbolistas de una grada a otra para intercambiar aplausos con sus seguidores. Demasiado tiempo esperando algo así.

Desde el 3-1 al Linares Deportivo en la jornada 30ª, el recorrido del conjunto amarillo como local ha sido desesperante. Un empate (1-1) ante el Sevilla Atlético, en el que había sido su último gol antes del penalti anotado el domingo por David Sánchez, y sendas derrotas ante el UCAM (0-2) y el Mérida (0-1), que pusieron el peor final casero a la fase regular.

La ida de la primera eliminatoria dejó mejores sensaciones en el trabajo del equipo gaditano, aunque ciertamente de nuevo se fue el respetable sin celebrar un gol y, por lo tanto, ni ver a los suyos ganar el encuentro. El 0-0 ante el Racing de Ferrol no fue un marcador malo del todo, si bien no cumplió el doble requisito anhelado del gol y la victoria.

La afición cadista tenía muchas ganas de vivir una jornada como la del pasado domingo, en la que salió del campo feliz del rendimiento de su equipo y saboreando un gol y un triunfo. Tres en uno para soñar con lo máximo en la fase de ascenso. La de cal después de 56 días sin cantar un tanto y 78 sin ver a su equipo victorioso en el templo del cadismo.

Los seguidores cadistas se suelen conformar con poco, pero la celebración después de ganar al Racing de Santander estaba más que justificada por el largo periodo de sequía en una grada que necesita sensaciones en forma de goles y triunfos que son parte del camino que conduce a Segunda A.