Cádiz CF

La experiencia de mayor grado

  • Andrés Fleurquin lucha contra "la ansiedad" que le está produciendo esta temporada la lesión en los isquiotibiales · "Estoy desesperado por jugar, pero tengo que tener paciencia", reconoce el uruguayo

Diagnóstico: Tendinopatía en la inserción de los isquiotibiales. Tratamiento: paciencia, mucha paciencia. Andrés Fleurquin (Montevideo, Uruguay, 1975) sigue tratando de digerir la lesión en los músculos principales de la parte posterior del muslo que esta temporada le está provocando dolores hasta en el alma. El uruguayo tan sólo ha jugado 49 minutos repartidos en tres partidos desde el regreso del Cádiz a Segunda División. Y se niega a quedarse con semejante sabor de boca tras años y años de experiencias que le han permitido desde ser internacional con la selección de su país a portar el brazalete de capitán de un histórico club español que está próximo a celebrar su centenario. Eso, sin olvidar la foto que guarda en la retina del tiempo de su participación en una Liga de Campeones en las filas del Galatasaray turco a principios del siglo XXI. Google: Andrés Fleurquin. Cerca de 10.000 resultados en 0,23 segundos...

El centrocampista uruguayo se ha armado de paciencia desde que los isquiotibiales le empezaron a pasar factura en su currículo. "No me queda otra", aseguraba ayer sacando fuerzas de donde apenas las hay. "Estoy desesperado por jugar, pero tengo que tener paciencia", decía en voz alta a través del teléfono móvil tras devolver con educación una llamada perdida de este periódico: un ejemplo para los compañeros dentro y fuera del campo.

"Esto se me está haciendo muy largo, siento una ansiedad desmedida. He estado lesionado varias veces, pero nunca de esta manera... siempre he disputado entre 25 y 35 partidos de Liga", recordaba el capitán cadista en plenos altibajos. "Hay que tener paciencia", se decía una y otra vez mirando al frente: "Espero incorporarme al grupo en una semana o como mucho en diez días y volver a los terrenos de juego tras el parón navideño".

"El fútbol me ha castigado demasiado, pero no pienso arrojar la toalla. Confío en que aún me queden cuatro o cinco años de profesional. Bueno, dejémoslo en un par de ellos...", señalaba sin perder el sentido del humor, una de las mejores medicinas que hay en la vida. "De todas formas, uno debe saber que todo llega", sentenciaba realista mirando hacia atrás. "Estoy intentando llevarlo lo mejor posible y ojalá que todo esto pase rápido y en breve pueda estar a disposición del míster", deseó.

El uruguayo está loco por volver a pisar el césped, aunque sea en un entrenamiento: será una gran señal de su recuperación. "Respirar fútbol", ese es su objetivo. Mirar a un lado y ver a Javi Gracia hacer aspavientos con sus brazos dando órdenes a sus pupilos. Mirar al otro y observar al canterano Juanito trabajando con Selu, ya con una sonrisa. Escuchar ánimos de Ramón Blanco al beber agua tras un entrenamiento en El Rosal... "Respirar fútbol".

¿Qué Cádiz se va a encontrar el uruguayo cuando se incorpore al grupo? "El triunfo ante el Celta fue una inyección anímica", aseguraba Fleurquin sin dejar de lado la jerga medicinal. "Rompimos la espiral de malos resultados y en Elche hay que sumar por lo menos un empate: creo que los tres puntos del pasado sábado nos han venido muy bien a todos", confesaba desde la voz de la experiencia, que es un grado.

"Uno siempre quiere entrar en el equipo: cuando se está bien para disfrutar y cuando se está mal para ayudar a revertir la situación", explicaba el capitán cadista, que se niega a quedarse con el último sabor de boca que le produjo la derrota sufrida en Castellón hace cinco jornadas, donde fue expulsado a los pocos minutos de saltar al terreno de juego. "No es la primera vez que me pasa eso. Sé que algunas veces soy yo el que salta poniendo los codos, pero a veces también son los árbitros los que se equivocan", concluía "desesperado por jugar".

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