Nadie puede esconder que la permanencia de Claudio Barragán en el banquillo estaba en el aire en las últimas semanas tras las dos derrotas consecutivas ante Granada B y Algeciras y los dos empates posteriores -tras una victoria entre medias contra el Marbella- frente a Villanovense y La Hoya Lorca que en el club y la afición sentaron también como derrotas. Los diez puntos perdidos en esos cuatro encuentros redujeron a la mínima expresión las posibilidades de quedar campeón del grupo IV. Esa marcha errática, ya en la segunda vuelta del campeonato, indignó a la afición y la entidad empezó a rastrear el mercado de entrenadores en busca de un sustituto para Claudio y también para su segundo, Alfredo Santaelena.

Una derrota en la nueva Condomina hubiera complicado mucho la continuidad del valenciano en el vestuario. Los dirigentes del club aguantaron la presión de la afición, que exigió el cese del técnico -también la dimisión del presidente, Manuel Vizcaíno- tras el fiasco que supuso las tablas en casa frente a La Hoya. Cuando más difícil era su situación, Claudio salva el match ball gracias al triunfo de su equipo en el campo más difícil del grupo IV. Un respiro para el míster, aunque lo que mandan son los resultados y hay examen cada fin de semana con la constante obligación de ganar. El entrenador respira y sigue sentado en el banquillo mientras los marcadores sean favorables. El club mantiene su confianza en él.