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El empuje de la historia

  • El conjunto maño, un club de Primera con una talla pequeña de Segunda, va lanzado en su tentativa de regreso a la élite tras una remontada épica

David Barral y Delmás, atentos al balón durante el duelo entre el Zaragoza y el Cádiz de la primera vuelta.

David Barral y Delmás, atentos al balón durante el duelo entre el Zaragoza y el Cádiz de la primera vuelta.

Un club que ostenta en sus vitrinas nada menos que seis trofeos de la Copa del Rey, uno de la Supercopa de España, otro de la Copa de Ferias (antigua Copa de la UEFA) y uno de la Recopa de Europa y sin embargo no milita en Primera División supone una anomalía que el Real Zaragoza se empeña en corregir de una vez. El conjunto maño posee el palmarés más rico de los equipos que conforman el extenso arco de Segunda A, categoría en la que cumple su quinta temporada consecutiva en busca del retorno a la élite que por historia le corresponde, no sólo por los títulos, sino por su amplio recorrido en Primera, nada menos que 58 campañas. El regreso al selecto grupo de los grandes es la obligación con la que transita un equipo que sufre años de penurias en Segunda A como en su día el Cádiz en Segunda B.

El Zaragoza se presenta esta noche en el estadio Ramón de Carranza inmerso en la ardua misión del ascenso, aunque llega tarde al objetivo de la vía directa y trata de amarrar la posición más alta con vistas al play-off, en el que comparecerá como claro favorito si es que confirma su presencia. Eso sí, con un tope salarial del plantel inferior al del Cádiz: 5,6 millones de euros del cuadro norteño -el 14º de LaLiga 1|2|3- frente a los 6,2 millones del conjunto andaluz -11º-.

Los aragoneses ejercen su papel de candidato a subir a la máxima categoría apoyados en una excelente segunda vuelta en la que han recuperado el terreno perdido en un nefasto tramo inicial de peligroso coqueteo con el descenso. La reacción se produce pese a los mínimos retoques realizados en el mercado invernal de fichajes, con sólo dos incorporaciones -el defensa central Bruno Perone y el mediapunta Jesús Alfaro- que no tienen un rol principal.

El paso al frente del inquilino de La Romareda obedece a la culminación del proceso de adaptación de una plantilla casi nueva -en verano aterrizaron 15 jugadores- y un entrenador que se hizo cargo del banquillo con la exigencia de llevar al equipo a Primera. Después de guiar al Reus a su estreno en la división de plata y a lograr la permanencia, Natxo González afronta el mayor reto de su carrera en el Zaragoza. Le costó toda una vuelta entrar en materia, a punto estuvo de ser destituido, pero los dirigentes esta vez sí se abonaron a la paciencia -la pasada temporada hubo hasta tres entrenadores- hasta que llegaron los resultados.

El técnico comenzó el curso con un 4-2-3-1, pasó al 4-1-4-1 y viró hacial el actual 4-4-2 que ha convertido a los maños en un equipo casi invencible en los últimos tiempos. Ese sistema cuenta con la pecularidad del rombo que dibuja en el centro del campo que ha dado el equilibrio. El Zaragoza se caracteriza además por una intensidad que pone el complemento perfecto a la calidad que atesora en todas sus líneas. Y además tiene gol, un elemento esencial para poder optar a la gloria. A todo ello une su crecimiento en defensa. Ahora más difícil perforar su portería que en la primera vuelta.

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