El estado del terreno de juego del Ramón de Carranza es un problema fresco en el Cádiz y que no se olvida a pesar del arranque victorioso de competición. Los partidos del Trofeo mostraron, sin tapujos, la realidad de una hierba ausente en muchas zonas y en mal estado en otras. Han transcurridos dos semanas y al Cádiz le toca volver a su feudo para afrontar la segunda jornada. ¿Cómo estará el césped? Una pregunta que preocupa en la entidad y que inquieta al cadismo.

En el fútbol actual, en el que los avances han alcanzado a todas las parcelas de un club, resulta complejo entender que algo tan preciado como el propio estadio, su terreno de juego, esté en malas condiciones después de dos meses sin ningún uso. Es el caso del Carranza, que puede ser el mejor ejemplo cuando se da tal circunstancia. Desde el Cádiz se siguen poniendo piezas en el puzle para que al final quede el mejor dibujo posible en manos de Álvaro Cervera. Sin embargo, el inconveniente de la hierba por el maldito hongo -al que se responsabiliza de todo porque es el único que no se puede defender- presenta un campo que no va acorde con un proyecto serio en Segunda A. Un equipo que busca primero la permanencia y después, si se puede, soñar con todo.

El Cádiz lleva años superando obstáculos por mala suerte o por pésima gestión, y la afición asiste impotente porque llega hasta donde puede: animar, arropar al equipo y estar muy por encima del césped, de los dirigentes y de casi todo en el rompecabezas llamado Cádiz CF SAD.