Cádiz CF

Las dos caras de la derrota

  • El modelo especulativo en los últimos partidos no da resultados a un equipo que si tiene que perder es mejor que lo haga sin miedo, como en la segunda parte de El Sadar

Salvi se escapa por velocidad de un contrario durante el encuentro contra el Osasuna disputado el pasado sábado.

Salvi se escapa por velocidad de un contrario durante el encuentro contra el Osasuna disputado el pasado sábado.

El error del Cádiz no fue vencer al Lorca más que regresar de vacío de El Sadar, donde terminó de confirmar su inoportuna incursión en una mala racha reflejada en el espejo de las dos derrotas y el empate cosechados en los tres partidos más recientes ya tachados del vertiginoso calendario de LaLiga 1|2|3. Perder en el terreno del Osasuna entraba dentro de la lógica aunque al final el castigo fue excesivo porque no mereció caer. El equipo amarillo deja escapar puntos que deberían haber sido suyos, como los dos que volaron de manera inesperada del estadio Ramón de Carranza frente al cuadro lorquino y el que debió llevarse de su visita a Pamplona por los méritos que acumuló en la segunda parte.

Pero en el fútbol la única justicia palpable es la que emana de los goles. Más allá del debate sobre si el juego es más o menos brillante, el problema radica claramente en la desaparición del gol. La dinámica negativa en la que se adentra la escuadra cadista está directamente relacionada con la nula producción anotadora, presa de un repentino frenazo. Ni un solo tanto en su cuenta en los últimos 270 minutos cuando la necesidad de acertar se acrecienta en el tramo determinante de la temporada que es la segunda vuelta. En cualquier caso, de momento no dibuja la peor trayectoria del Cádiz en la presente campaña.

La dinámica negativa está relacionada de manera directa con la alarmante falta de golUna vez más, los gaditanos no son capaces de reponerse tras un gol en contraEl reto es trasladar las buenas sensaciones de la segunda mitad a las próximas citas

En la primera vuelta fueron cinco los duelos consecutivos sin dar con la tecla de cara a puerta (1-0 en el campo del Real Oviedo, 0-0 ante el Numancia, 3-0 en Lorca, 0-2 en casa contra el Osasuna y 0-0 en el campo del Sevilla Atlético), cuando llegó a coquetear con los escalones del descenso desde la 16ª plaza.

La escasez de puntería es un problema con el que en principio -a no ser que se enmiende en el esprint definitivo- debe lidiar el Cádiz hasta el epílogo del curso. Se las tiene que apañar sin un referente en punta. Sin un Ortuño. Ninguno de los cuatro delanteros se ha convertido en el faro goleador de un equipo que no por ello debe desistir de su tentativa de acabar lo más arriba posible. Continúa en las posiciones de privilegio pese a sufrir la carencia más preocupante.

Si el conjunto amarillo cae como lo hizo en la segunda parte contra el Osasuna no cabrá más reproche que el de la falta de gol. Fue tras el descanso, empujado por el resultado desfavorable, cuando asumió el mando de las operaciones, se hizo dueño del balón bajo el liderazgo de Alberto Perea y encerró a un rival que en ningún momento demostró su teórico potencial. Sólo faltó la guinda.

Sobre el césped de El Sadar quedó de manifiesto que hay dos maneras de perder. Una, la más oscura, como un equipo que encaró el partido en busca del cero a cero en una calamitosa primera mitad en la que no tiró a puerta, en la que se ocupó por entero a la defensa con un planteamiento rácano ejemplificado en el centro del campo, donde Álvaro Cervera apostó por el músculo -con Garrido, Fausto Tienza y Álex Fernández- y renunció a un mínimo de creatividad a expensas de la posibilidad de un contragolpe que no llegó a darse o una acción aislada a balón parado. El temor no conduce a ninguna parte y cuanto más se empeñó en defender fue cuando recibió el tanto que a la postre se reveló decisivo en el devenir del encuentro.

Una vez más, para no perder costumbre, el Cádiz no fue capaz de reponerse al ver el partido cuesta arriba. Recibe un gol y se acaba la historia, aunque entre las derrotas en Alcorcón y Soria y la de El Sadar la diferencia fue abismal. Al menos en Pamplona dio la cara y murió de pie, con signos que abren una ventana al optimismo. Cuando el equipo se deshizo de las apretadas costuras de un sistema conservador ofreció una imagen mucho más refrescante. Es un paso a la espera de los goles.

La segunda manera de caer es con la cabeza alta, con valentía, en busca sin rodeos del área contraria, sin las ataduras del miedo a una derrota que llegó cuando más protección daba a su portería. El Cádiz tiró a la basura el primer periodo y aunque de nada sirvió el insistente acoso después del intermedio, al menos se llevó el consuelo de haberlo intentado en una segunda mitad para la esperanza. Lo dijo Álex Fernández tras el pitido final: hay que quedarse con el segundo tiempo con vistas a las siguientes citas en las que los amarillos están obligados a recuperar el pulso ganador si no quiere verse fuera de la zona noble de la clasificación.

Con la salvación atada -a falta de la confirmación definitiva de los 50 puntos-, las posibilidades de obtener un premio gordo pasan por superar las obsesiones ultradefensivas y tener más descaro en ataque. Dar un paso más. Y que llegue el ansiado gol. Ya son 13 los partidos sin marcar en el global de las 29 jornadas disputadas. Un lastre que empieza a pesar. En los ochos partidos finiquitados de la segunda vuelta, el Cádiz no alteró el marcador en cinco, toda una señal de la dimensión de un obstáculo que se agranda cada semana.

Con el objetivo de la temporada en el bolsillo y 13 jornadas aún por delante -39 puntos en liza-, nada hay que perder y todo está por ganar de frente a la portería contraria. La conclusión que deja el encuentro contra el Osasuna es que si los hombres de Cervera son capaces de extender la buena segunda mitad a los próximos envites tendrán opciones reales de agarrar de manera definitiva una de las plazas de la fase de ascenso.

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